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on las seis de la mañana camino

del trabajo y como todos los días, al pasar por la plaza de San Juan me encuentro a esa señora bajita que vende El Periódico de Extremadura. Leoncia no contesta porque su tiempo ya pasó, pero representa la figura de una época gloriosa de la prensa de papel, de ese periódico tan nuestro que antaño no tenía rival.

Si el Periódico ha sido testigo de los principales acontecimientos de la historia, me atrevería a decir que, al menos desde la historia local de Cáceres, las narraciones y opiniones impresas en su piel también han incluido a la milicia, cuyos avatares se suceden al mismo ritmo que los del resto de la sociedad.

El periódico de Extremadura nace casi a la par que la llegada de una guarnición militar permanente a Cáceres, el Regimiento Segovia 75, allá por la década de los veinte del siglo pasado. Desde entonces ha sido relator permanente de cuantas vicisitudes y acontecimientos ha vivido la unidad militar, integrada en esta sociedad al igual que su Periódico, hasta hacerse tan inseparable que la falta de alguno de ellos dejaría amputada parte de su personalidad.

Siempre alerta y sensible a la más mínima novedad que pudiera acontecer para mal o para bien, para denunciar o para anunciar, su rotativa ha dejado impresa la evolución y los cambios acaecidos en torno a las Fuerzas Armadas; sus reporteros han relatado la transformación de aquel primer Regimiento Segovia en Regimiento Argel, la de este en CIR, en CIMOV y en CEFOT; y sus páginas han denunciado disoluciones y reducciones, haciéndose eco de la defensa de su unidad militar cacereña.

El Periódico es siempre testigo excepcional en aquellos momentos y lugares en los cuales no podemos estar, y cuando el periodista observa, observa por nosotros. Cuando capta un instante con su cámara, escoge para nosotros un punto de vista, y cuando focaliza su atención sobre un asunto, de alguna manera dirige también nuestra mirada colectiva. De ahí su trascendente labor, que no debería ser empañada por la permanente urgencia de la oportunidad sin rigor, ni por noticias mediáticas pero de escasa trascendencia, obligadas ante la falta de independencia. De ahí, también, su importante labor en la difusión de la cultura.

Cultura, como forma de ver,

interpretar y adaptarse al entorno, es una percepción de la realidad determinada por la situación, por las experiencias individuales y colectivas y por la visión general que se tenga del mundo. Con esta argumentación, la Cultura de Seguridad y Defensa que fomentamos en las Fuerzas Armadas vertebra también nuestra identidad colectiva, y tiene como finalidad la de contribuir a la mejora de la formación de los ciudadanos, además de promover la solidaridad nacional e internacional, así como el valor de la paz y la estabilidad. Cultura que necesita el altavoz de los medios de comunicación.

Es una realidad que la comunicación desempeña un papel cada vez más destacado en la vida social y política, y también que la revolución digital ha modificado radicalmente las relaciones, los hábitos de consumo y por ende la percepción de nuestra seguridad colectiva y de nuestra libertad. Y estos cambios son vertiginosos y transcurren a una velocidad tal que es difícil acertar a vislumbrar cómo han de ser las soluciones de futuro.

De ahí la crisis que en los últimos tiempos sufre la prensa de papel, cuyos resultados no dejan lugar a equívocos, y el mundo del periodismo en general. Es el debate de la pérdida de influencia de los periódicos, papel o digital, frente a las redes sociales; el de la independencia de los medios; el de saber ocupar el espacio que está dejando el papel frente a la urgencia de la noticia y la noticia espectáculo. En definitiva, ganar la batalla de la información frente a la propaganda. También, en el ámbito de la seguridad, disponer de respuestas adecuadas para reaccionar con solvencia, ante los cada vez más numerosos «ataques» cibernéticos que influyen maliciosamente en el devenir de los pueblos.

En mi deseo está el que superéis completamente ese reto, que exige adaptación e innovación, y que sigáis siendo el paladín del periodismo, riguroso, veraz e independiente.

Nos sentimos orgullosos deL Periódico Extremadura, que ha sido historia de esta Región y que tiene que seguir siéndolo por su propio proyecto y para satisfacción de la sociedad a la que sirve.

Mañana a las seis, camino del trabajo, volveré a ver a Leoncia vendiendo El Periódico Extremadura en San Juan. Quizás no le compre la edición del día, pero le desearé suerte en la venta y la felicitaré por esos 95 años de periodismo con mayúsculas y de integración en la sociedad extremeña. Muchas felicidades. k