Era julio del 2009 cuando pisé por primera vez la redacción de El Periódico Extremadura. Llegaba muy ilusionada, recién titulada para hacer mis primeras prácticas en prensa escrita y esta gran familia de la que me siento parte me acogió con los brazos abiertos. Tras cuatro meses pasé a plantilla y hoy, nueve años después, puedo decir que me han enseñado casi todo lo que sé de esta apasionante profesión. Porque aquí llegas y te chocas de bruces con la vida. Te das cuenta de que todo lo que habías idealizado durante cinco años de facultad no siempre es posible, o no existe. Pero no importa porque la satisfacción del gran esfuerzo que hacemos recompensa todo lo demás. Porque aquí cada día aprendes algo nuevo del tesón de tus compañeros, de ti y también de los tuyos, por esa capacidad de aguante y paciencia para esperarte en silencio y cenar todos los días tarde.

las horas en la redacción, a caballo

entre la sede de la Junta de Extremadura y la Asamblea; el teléfono que no deja de sonar y no te permite concentrarte para escribir o esa urgencia que llega a última hora cuando ya estabas casi saliendo por la puerta y que tal vez reduzca a una breve reseña el trabajo de toda la jornada. Nada de eso importa ya cuando al día siguiente vas camino al trabajo y ves en el quiosco la portada del Extremadura. Con especial cariño recuerdo todas las informaciones que escribí cuando el Senado aprobó la reforma del Estatuto de Autonomía para reconocer la deuda histórica del Estado con Extremadura; cuando IU decidió abstenerse para dar por primera vez el Gobierno de la Junta de Extremadura al PP o la moción de censura que el PSOE planteó a José Antonio Monago en 2011. Momentos históricos de esta región que yo tuve la suerte de vivir en primera persona por trabajar en el Extremadura. Otras noticias no son tan agradables y te marcan para siempre, como la de aquella mañana de 2010 en la que descubrimos que una niña madrileña de tan solo 15 años estaba siendo prostituída en Arroyo de San Serván.

es cierto que ahora todos miramos al futuro con incertidumbre por los tiempos convulsos que vive la prensa, pero las historias no pueden ser silenciadas y nosotros seguiremos en la lucha, esa que cada día nos permite sacar adelante una nueva edición. Ya van 95 años y serán muchos más. k