TCtuando el neoyorquino Andy Warhol universalizó: "Toda persona en su vida, tiene sus 15 minutos de fama" , sabía bien lo que decía. Como todo intelectual: escritor, filósofo, artista, cineasta y creador de la tendencia pop art , tenía sus rarezas, pero nunca solía fallar en sus presunciones. Algo así le ha pasado al segurata que durante estos días, a modo de atracón o empacho, hemos estado viendo en todos los telediarios, acompañando a Jaume Matas , su mujer y al abogado de ambos por las dependencias de los juzgados de Palma . Orondo como Jesús Gil , sacando más pecho que Maradona y con facha de lanzador de martillo o luchador de sambo. De aquí para allá, en ascensores, pasillos, escaleras y despachos, charlaba, sonreía y asentía a sus guiados, como si él fuese el mismísimo juez. Vestido de marrón carmelita, con el pecho horteramente repleto de pins y colgando de las trabillas del pantalón cual carcelero, cantidad de llaveros, uno del Betis bien visible, ha disfrutado más, que un guarro gordo revolcándose entre los flashes y cámaras. Sabía a la cámara que tenía que mirar porque era consciente que estaba ante la oportunidad de su vida, ante sus 15 minutos de fama. Al segurata con pinta del increíble Hulk o primo de zumosol sólo le faltó firmar autógrafos y saludar a su madre como en aquellos nostálgicos programas de radio del posfranquismo. Eclipsó, nada menos, que al protagonista de la noticia, ex ministro y presidente balear, otro de esos delincuentes, repulsivamente corruptos como la caterva de indeseables del caso Gürtel , íntimos de Aznar que compartieron con él mesa y mantel el día de la boda de su hija. Son pocos, pero cuanto asqueo producen.