Planes de promoción para el fomento del hábito lector, animados con holgados presupuestos autonómicos y nacionales; bibliometros en las urbes; carnets de oro en las escuelas para estimular la lectura; libros a euro en los periódicos; un recorrido ininterrumpido desde el siglo XVIII en la promoción de bibliotecas públicas- ¿roto? ¿Rotas tantas ilusiones, esfuerzos y desvelos? Una campaña política decidida, aquí en mi Comunidad Autónoma, para cuajar los pueblos de estanterías de libros como bien en el medio rural; el sueño cumplido que es la Biblioteca de Extremadura- ¿Y ahora qué? Sí, pensé que era una broma de internautas, hasta que el autor de La Sonrisa Etrusca , José Luis Sampedro, me sorprendió con su sensible manifiesto en contra de una España que aspira a mercadear con la lectura. Sí, ¿no lo saben? Los señores de la SGAE, nada sociales y muy talibanescos, desean alargar sus tentáculos recaudatorios hasta el libre préstamo existente en las bibliotecas públicas. Ya ven, cada libro cedido nos costará 20 céntimos. Novelistas, poetas, ensayistas, autores teatrales, investigadores, todos vosotros que gozáis con ese lector que os elige, todos nosotros los que hemos escrito alguna vez una línea con depósito legal e ISBN, deberíamos generar una gigantesca lista que se mostrase en todas las bibliotecas y que dijese: "Préstamo libre de tasa SGAE". El elenco iba a ser interminable ante impuesto tan antirrevolucionario. Les aseguro que, en esta tesitura, es gratificante dirigir una biblioteca privada porque imagino que uno podrá dejar sus libros gratis a quien le plazca. ¡Sólo faltaría!