THtoy hace 60 años desde aquel 10 de diciembre de 1948, cuando una sociedad sangrada por la II Guerra Mundial hace examen de conciencia y alumbra, como un buen propósito de enmienda de la mano de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, con todo lo que ha llovido y sucedido desde entonces, no es que haya sido en vano, sino que como siempre, los hombres de bien siempre esperamos mucho más. Y, viendo los avances que nuestras sociedades han experimentado, nos parece que en muchos aspectos, y, especialmente para los más desfavorecidos, las cosas no han cambiado en exceso. En el punto uno de la citada declaración se dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos,-/-deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Casi nada. Cierto que este tipo de declaraciones deben de ser muy ambiciosas, pero todos tenemos la sensación de que no se ha hecho lo suficiente, y más últimamente cuando vemos que hay dinero para rescatar a todos los grandes y a todos los sinvergüenzas de la crisis, y se deja a su suerte a todos los demás, de la misma forma que durante tanto tiempo se han escatimado ayudas sustanciales a los que sufren de tantas privaciones y los hemos dejado a su suerte, o mejor dicho, a su desgracia. Una enseñanza que, no por conocida, no solemos olvidar con frecuencia: cuando permitimos las injusticias de los demás, ¿cómo reclamaremos ante las injusticias que nos afectan? ¿Con este silencio? www.ajescribe.blogspot.com.