TAtl regresar de Fátima y tras rápido ojeo de periódicos atrasados, se me encogió el corazón. En un solo ejemplar de nuestra Prensa Regional, dos noticias sobre adolescentes llamaron poderosamente mi atención. Fechada una en Alicante, daba cuenta de que un chico de 17 años apalea a un mendigo, conocido suyo, le da patadas sin piedad y, rociándole la cabeza con aceite sintético, prende fuego a sus cabellos. Heridas múltiples y quemaduras hacen que el agredido entre en coma en el Hospital... La otra noticia, más cercana en la geografía,-concretamente en un pueblecito de la comarca de Mérida- nos habla de un menor que acosó repetidamente a una compañera de clase, la agredió físicamente y la amenazó con "desnudarla para hacerla mujer". La menor no entró en coma, pero ha sufrido daños psicológicos que tardarán años en restañarse. Los padres del adolescente extremeño han sido condenados judicialmente a indemnizar a la menor agredida con 6.300 euros por "falta de vigilancia sobre su hijo", sentencia que es firme al no haber sido recurrida por ellos. Me pregunto quiénes somos responsables de estas conductas antisociales y "criminales" de algunos adolescentes. Sacerdotes, maestros, autoridades y, sobre todo, padres y madres, ¿no seremos también "culpables" de estas conductas? Cuando, hace unos años, los jueces del País Vasco condenaban a los padres de los chicos de la gasolina a pagar los daños provocados por ellos, la Kaleborroka disminuyó sensiblemente. El periódico ponía la guinda al pastel: una foto de Miguel, el menor asesino de Marta, con mirada desafiante y fría.