La Biblia realza el valor de la amistad y la ayuda del amigo: "Un amigo fiel es apoyo seguro; el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro", dice el libro del Eclesiástico. Repasando las fichas de mi archivo particular, releo con gozo las palabras que Jorge Luis Borges dirige a un amigo: "No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y compartirlos contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro pero, cuando me necesites, estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces; solamente puedo ofrecerte mi mano para que te apoyes en ella y no caigas. Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida; me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parte el corazón pero puedo llorar contigo y recoger sus pedazos para rehacerlo de nuevo. No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser; solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo". Bellas palabras que se quedan cortas ante aquéllas que otro Amigo pronunció hace dos mil años: "Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando". Jesús vino como expresión del amor del Padre a constituir la comunidad de los que deben ser UNO por el amor. Y para ello entregó su vida Seremos amigos suyos si escuchamos sus palabras, cumplimos su voluntad e imitamos su ejemplo.