TLta ortografía se cuida poco en los colegios. La prueba de lo dicho está en que jóvenes universitarios -y ya titulados también- cometen numerosas faltas de ortografía. La puntuación es esencial para una perfecta redacción y ésta es imprescindible para la recta interpretación de un escrito. Leía yo hace años en el "taco" de un popular calendario este original testamento y las diversas interpretaciones que de él hicieron sus dest inatarios: "Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi sobrino Pedro nunca jamás pagar la cuenta al sastre nada para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo". Como el testamento no tenía signos de puntuación, cada uno llevó el agua a su molino y lo leyeron de esta manera: JUAN: Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi sobrino Pedro. Nunca jamás pagar la cuenta al sastre. Nada para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. PEDRO: ¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No, a mi sobrino Pedro. Nunca jamás pagar la cuenta al sastre. Nada para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. SASTRE. ¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi sobrino Pedro? Nunca jamás. Pagar la cuenta al sastre. Nada para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. JESUITAS: ¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi sobrino Pedro? Nunca. Jamás pagar la cuenta al sastre, nada. Para los jesuitas, todo. Lo dicho es mi deseo". Cuentan las crónicas que, al haber tal diversidad de lecturas del testamento, la Junta Municipal de Enseñanza decidió invertir el dinero del finado en la creación de una cátedra de ortografía en todos los Centros Docentes de la localidad. Que cunda el ejemplo.