TEtl lunes apareció en algunos autobuses urbanos de Barcelona un anuncio publicitario. Sobre el rojo de la carrocería se podía leer: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida". El anuncio lo sufraga la Unión de ateos y librepensadores de Cataluña. Otros autobuses --en Fuenlabrada-- lucían este otro anuncio, sufragado por una Iglesia Evangélica de la localidad: "Dios sí existe. Disfruta la vida con Cristo". ¿Autobuses ateos? ¿Autobuses creyentes? ¿Creer en Dios es aburrido? Uno de los rasgos característicos de nuestra época es el seguidismo de las modas que marcan la última tendencia y cuanto más extravagantes sean, mejor.

Los ateos catalanes han seguido a sus colegas ingleses que, en el verano anterior, tuvieron la idea de "pasear" su increencia en los buses de dos pisos de Londres. Ahora los cristianos evangélicos de Fuenlabrada responden, a la defensiva, con las mismas "armas" en favor de la existencia de Dios. Dios no existe porque en la carrocería de nuestros buses se diga que sí. Dios existe a pesar de que el transporte urbano diga que no. Recuerdo que San Pablo escribía a los cristianos de Corinto. "Glorificad y llevad a Dios en vuestro cuerpo".

El cuerpo hace visibles las actitudes interiores mediante las obras. La mejor publicidad que podemos dar a nuestra fe en Dios es, pues, la conducta. Los primeros cristianos suscitaban la admiración de sus contemporáneos que decían: "Mirad cómo se aman". No necesitamos buses de propaganda. Hacemos falta cristianos que, con nuestra vida, certifiquemos que Dios existe.