Quiero desagraviar hoy en Almendralejo al crucifijo -Cristo en la Cruz-, rezando con palabras prestadas de José María Pemán: "¡Cristo de la Buena Muerte,/ el de la faz amorosa,/ tronchada, como una rosa,/ sobre el blanco cuerpo inerte/ que en el madero reposa!/ ¡Cuerpo llagado de amores!/ yo te adoro y yo te sigo;/ yo, Señor de los señores,/ quiero partir tus dolores/ subiendo a la cruz contigo./ Y Tú, Rey de las bondades,/ que mueres por tu bondad,/ muéstrame con claridad/ la Verdad de las verdades/ que es sobre toda verdad./ Que mi alma en ti prisionera/ vaya fuera de su centro/ por la vida bullanguera;/ que no le lleguen adentro/ las algazaras de fuera;/ que no ame la poquedad/ de cosas que van y vienen;/ que adore la austeridad/ de estos sentires que tienen/ sabores de eternidad;/ que no turbe mi conciencia/ la opinión del mundo necio;/ que aprenda, Señor, la ciencia/ de ver con indiferencia/ la adulación y el desprecio;/ que sienta una dulce herida/ de ansia de amor desmedida;/ que ame tu Ciencia y tu Luz;/ que vaya, en fin, por la vida/ como Tú estás en la cruz:/ de sangre los pies cubiertos,/ llagadas de amor las manos,/ los ojos al mundo muertos,/ y los dos brazos abiertos/ para todos mis hermanos./ Señor, aunque no merezco/ que Tú escuches mi quejido,/ por la muerte que has sufrido,/ acepta lo que te ofrezco/ y escucha lo que te pido:/ A ofrecerte, Señor, vengo/ mi ser, mi vida, mi amor,/ mi alegría, mi dolor;/ cuanto puedo y cuanto tengo;/ cuanto me has dado, Señor./ Y a cambio de este alma llena/ de amor que vengo a ofrecerte, dame una vida serena y una muerte santa y buena.../ ¡Cristo de la Buena Muerte!"