TDtía de recuerdos. Día de agradecimiento por cuanto hicieron por nosotros. Día de oración por sus almas. Pero también, día de reflexión para nosotros. Se nos ha dado el tiempo, las cualidades, los dones para hacerlos rentables en nuestras manos y hay que apresurarse pues, como decían lo romanos, "tempus fugit", el tiempo vuela. En la Iglesia de San Francisco de Evora (Portugal) hay un espacio singular: "A capela dos ossos", la capilla de los huesos. Sus paredes, sus bóvedas y sus columnas están recubiertas en su totalidad por huesos humanos: calaveras, fémures, húmeros... Es impresionante contemplar aquel cementerio "a cielo abierto" que nos invita a la reflexión: "Nós, ossos que aquí estamos, pelos vossos esperamos", nosotros, huesos que aquí estamos, aguardamos a los vuestros. Nos aferramos tantas veces a lo material, que olvidamos lo trascendente. Buscamos con preferencia nuestro bienestar, nuestros gustos, nuestras apetencias y nos olvidamos de las necesidades de los hermanos necesitados... Hacemos nuestro tantas veces el adagio pagano "comamos y bebamos que mañana moriremos" que no nos importa gastar nuestro tiempo y emplear nuestra energía en alimentar el egoísmo y satisfacer las pasiones placenteras. Santiago, el apóstol, dice en su carta: "Habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello os habéis engordado para la matanza". Acabo esta columna -hoy también sermón- con este epitafio de una tumba y que me he permitido terminar con sus dos últimos versos: "Como te ves, yo me vi;/ como me ves, te verás./ Trata siempre de vivir / pensando en la eternidad".