TLta decisión de nuestro Ayuntamiento de homenajear a los diez maestros jubilados este año y de dedicar una calle de la ciudad al "Magisterio" es todo un acierto. Más que "profesor", me gusta llamar "maestro" al docente que, además de impartir conocimientos, "contagia" su estilo de vida a sus discípulos. El buen profesor puede dar espléndidas lecciones a los alumnos en el aula y estar dotado de extraordinarias ualidades pedagógicas. El buen maestro, además, se preocupa de formar la persona de sus discípulos haciendo aflorar a la superficie el hombre o la mujer que llevan dentro. El maestro contagia la libertad que él respeta, la responsabilidad que luego exige, la verdad que le hace libre, la valentía con que se enfrenta a la adversidad, el respeto con que trata a los otros, la no-violencia que regula su vida, la comprensión con el equivocado, el perdón para el culpable arrepentido... Por eso es tan necesario un Magisterio que trabaje, codo a codo, con la Familia para, apoyándose mutuamente, hacer de los chicos y de las chicas de hoy hombres y mujeres responsables del mañana. Empresa no muy fácil, que digamos, en nuestros días dada la falta de apoyo y estima que sufre la tarea docente en la sociedad. De los recuerdos de nuestra infancia emerge siempre la clara figura de un maestro o una maestra con quien tenemos una deuda de gratitud. Sirvan estas líneas de reconocimiento y felicitación a los diez maestros que en Almendralejo decidieron dedicar su vida a formar como seres humanos, como ciudadanos y, muchos también como cristianos, a los miembros de las nuevas generaciones. Queridos maestros: ¡bienvenidos al gremio de los eméritos!