Pablo Ginés compendiaba en "Fe y Razón" himnos nacionales de algunos países que contienen el nombre de Dios en sus letras musicalizadas. Los ciudadanos, emocionada y solemnemente, los cantan con ocasión de actos colectivos más o menos concurridos. El himno de Holanda recoge un canto popular de 1625; la sexta estrofa tiene sabor a salmo:"Mi fuerza y confianza, Señor, de ti vendrán. En ti está mi esperanza; no me dejes jamás. Haz, oh Dios, que hasta la muerte te sirva noche y día y con ánimo fuerte venza la tiranía". Desde 1745 los ingleses tienen su marcha oficial "Dios salve a la Reina" que dice: "Oh Señor Dios, dispersa a nuestros enemigos, en ti nuestras esperanzas ponemos". Noruega incluye en su himno tres estrofas de un poema de 1859, la segunda de las cuales proclama: "Noruegos: en la casa o la cabaña, dad gracias a vuestro gran Dios; fue su voluntad proteger el país aunque las cosas parecían difíciles". El himno oficial de Islandia es un canto romántico de 1874: "Dios de nuestra tierra, adoramos tu Nombre Santo. Para ti un día es como mil años, una flor pequeña de eternidad, una lágrima que tiembla, que reza a Dios y muere". Letonia creó su himno en 1920 y, tras la invasión soviética, lo retomó en 1990 y los letones cantan: "Bendice a Letonia, oh Dios, y a su tierra verde nativa". Finalmente Italia estrena su himno en 1946 y lo reaprueba en referéndum en los 90. Dice así: "La unión y el amor revelan al pueblo el camino del Señor. Unidos por Dios ¿quién podrá vencernos?". Brindo a mis lectores estos fragmentos con el deseo de que estas ideas puedan servirles como tema de oración en estos días de Pascua.