THtace unos días leí en "Alfa y Omega" un testimonio que me impactó. Una chica de 13 años, Denise Mountenay, fue violada por el hermano de una amiga suya. El trauma que le produjo la violación le hizo refugiarse en el alcohol y las drogas y se puso a buscar el amor en "lugares equivocados". Fruto de esos escarceos fue un embarazo no deseado a los 16 años.

Aunque ella pensaba tener el niño, su madre la llevó a que le practicaran una operación "especial". No quedó aquí la cosa. Un nuevo embarazo a los 24 años la llevó a un segundo aborto. Y nos cuenta así su drama: "Sentí que me arrancaban las tripas. Fue como si me violaran de nuevo. Cuando acabó, me puse en posición fetal y no podía hablar. Sólo querían que me fuera porque había más mujeres esperando. Tenemos que luchar contra dos mentiras: que el feto no es un niño y que el aborto es un procedimiento seguro. Tanto si es legal como si es ilegal, el aborto hiere a la mujer física, emocional, psicológica y espiritualmente. Tras mi aborto "seguro", hace 17 años, tuve infección y daños en el cerviz y en el útero". Denise fundó en 2004 la Asociación canadiense "Silent no more" (No más silencio). Su finalidad: ayudar a las mujeres con el testimonio de su vida y de su experiencia. "Nadie, dice, puede discutir con nosotras que hemos estado allí y sabemos lo que duele el aborto que mata a nuestros hijos". Si está leyendo esta Columna alguna chica o mujer "en apuros" y piensa en el aborto, le pido un favor: Antes de ir a la clínica, telefonea al 606 433 242 o al 659 984 596. Te está esperando gente, amiga de la vida, para acogerte y ayudarte con cariño.