Cartagena fue tomada en el 209 a.C y la península iniciaba su imparable sumisión al poder de Roma. Era el tiempo de Indíbil y Mandonio, de la resistencia imposible a legiones de poderoso armamento; horrendas matanzas y penosa esclavitud fueron el predio para nuestros antepasados indígenas. Y saltemos: Tarik se adueña de Gibraltar en el 711 d.C. y la batalla de Guadalete persuade a los árabes sobre la realidad posible de dominar España, sin esa mítica convivencia de paz ulterior. Y saltemos más, fue casi ayer 1809: los franceses asesinan con saña, asolan de hambre y sangre nuestra tierra, profanan tumbas, saquean el patrimonio. ¿Nadie va a reclamar a los actuales herederos de aquellos imperios "destructores" una indemnización? ¿Ningún político exigirá a Francia, Italia, Marruecos o Siria que reconozcan su histórica culpa? Perdonen, la ironía brota ante la falta de cordura: nuestro Presidente del Gobierno de España es responsable de las decisiones del Duque de Lerma, el valido que ordenó expulsar a los moriscos en 1609. Tenga cuidado, su lista puede ser interminable en los cinco continentes, incluidos los judíos dispersos o las órdenes religiosas exiladas. No haga guiños a los fundamentalistas que ansían Al-Andalus por un puñado de votos. Puede cegarnos al ser cíclope de único ojo. No levante más ampollas, ni quite cruces para cargar luego con ellas en su máquina del tiempo. Viva la realidad que le compete y visite pueblos, como el mío: aquí nadie humilla al musulmán. Lea El Quijote : cuatro siglos de universal denuncia. Llega usted tarde ¿no le parece?