TNto salgo de mi asombro cuando escucho que los programas de máxima audiencia son aquellos, en los que salen entrevistados personas que presuntamente han cometido delitos y tienen cuentas pendientes con la justicia y también, aquellas otras que se encargan de contar con todo lujo de detalle sus correrías más íntimas, involucrando y atropellando, a cuantas personas se encuentren en su camino. Pero esto no es lo más triste, lo realmente penoso es que precisamente este tipo de programas lo emiten a horas en las que los chavales pueden verlos con total impunidad porque, precisamente, sentados delante del televisor y junto con nuestros niños y jóvenes estamos los adultos. Y yo me pregunto, es constructivo y educativo que un niño vea como ejemplo el que a ese tipo de persona, sea un delincuente, maleante u oportunista, se le dé dinero, se le invite a estar en los medios de comunicación y se le regale la fama que le abrirá algunas puertas para seguir viviendo a costa de nosotros y a su vez, que alimentemos a estos programas para que estén en la cresta de la ola.

¿Donde está esa escala de valores que nuestros abuelos y padres nos transmitieron para hacer de nosotros personas respetables? ¿En qué momento nos hemos apartado de ese camino y hemos cogido el atajo del materialismo y el cinismo, que han invadido nuestra percepción de lo que es la vida? Es el momento de reflexionar sobre que tipo de valores estamos transmitiendo a nuestros niños y jóvenes, y debemos tener siempre presente que somos los adultos los primeros referentes.