TLta esperanza es el motor de la vida. Quitad la esperanza del corazón de un enamorado y habréis asesinado a un hombre. Quitad la esperanza del estudiante y habréis frustrado a un investigador. Arrancad la esperanza del labrador y habréis esterilizado el campo. José Folliet fue periodista, ensayista y poeta muy influyente entre las grandes figuras del catolicismo social francés. Compuso un poema, escrito en forma de plegaria, cuya conclusión no podía ser otra que la ESPERANZA. Decía: "Al final del camino, no está el camino, sino el término de la peregrinación./ Al final de la ascensión, no está la ascensión, sino la cumbre./ Al final de la noche, no está la noche, sino la aurora./ Al final del invierno, no está el invierno, sino la primavera./ Al final de la muerte, no está la muerte, sino la vida./ Al final de la desesperación, no está la desesperación, sino la esperanza./ Al final de la humanidad, no está el hombre, sino el Hombre-Dios".

Estamos en Adviento J y el adviento es tiempo de esperanza. Tiempo de reavivar la esperanza. El Señor vino y el Señor vendrá. Entre el pasado y el futuro de estas venidas hay unas llegadas intermedias en las que El viene "disfrazado" a nuestro encuentro. Nuestro esfuerzo por reconocerle tras su disfraz, exige un ejercicio de esperanza y perseverancia en el amor. Cuando Jesús compartía con la humanidad alegrías y tristezas, anhelos y esperanzas nos desveló que su disfraz más cotidiano serían los pobres, los pequeños, los discriminados: "Cada vez que distéis de comer a uno de mis hermanos necesitados, me distéis de comer a mí".