TEts imposible explicarles en esta tribuna la evolución del género gramatical desde el indoeuropeo, es decir, desde nuestra identidad idiomática más arcaica; como imposible es acercarles su viaje desde el latín hasta la fijación de nuestro idioma. Para un filólogo resulta ridículo el retroceso que, medido en la historia de la lengua, experimentamos. La ignorancia, que suele ser muy osada, anima incluso a golpe de subvenciones a quienes se afilien a tan falsa progresía y lleven a sus textos esta mentecata subversión contra el principio de economía lingüística, que durante siglos ha operado en la consolidación idiomática. Al parecer ahora se llama "lenguaje machista". Prefieren la definición, "ser humano", que el apelativo, "hombre", en su incapaz abstracción. Pero a ellos les pregunto, por si no se hubiesen percatado: ¿"ser" no es "masculino"? No cabe sino la risa ¿No saben que "género" en español significa exclusivamente "género gramatical"? No somos alemanes, con término único para dos realidades distintas: Geschlecht. Decía Nebrija: nombre masculino es el que se declina con "hic" y nombre femenino con "haec". Abundaba El Brocense: "los adjetivos no tienen género, sino terminaciones". Pero ellos/¿as? no se quedan aquí y van al número, que también les pica. Si no hay un colectivo sonoro a mano, duplican en redundancia -o en heteronimia- su discurso: "alumnos y alumnas", "padres y madres" porque ignoran que no hablan de sexo nuestras terminaciones. Menos mal que los conceptos elevados tienen género gramatical femenino: bondad, belleza, tolerancia- Menos mal que lo tienen las altas disciplinas, incluso la política.