TCtuando aún nos preguntamos por qué nadie se atreve a dar nombre de personas o entidades u organismos implicados y culpables de esta crisis, ya está funcionando a la perfección la maquinaria de mentir, echando balones fuera, culpando a los demás, los poderosos nunca. Esos nunca son culpables de nada. Ahora han comenzado a contarnos las monsergas de que los culpables de la crisis no son quienes debían de controlar los sistemas financieros donde se produjeron, ni las especulaciones inmobiliarias o financieras que tanto dinero dieron, ni las operaciones opacas que los ricos hacen en paraísos fiscales, no; los culpables nos cuentan que son aquellos ciudadanos de bien que confiados compraron el piso de sus ilusiones sin pensar que la hipoteca podían subir rápidamente, los que hartos de trabajar se atrevieron a disfrutar de sus muy merecidas vacaciones, o aquellos que ante los insistentes ánimos del bancario de turno, se decidieron a cambiar de coche o adquirir cualquier otro bien. Todos estos, que además (se apresuran a decirte), usan las tarjetas de crédito que le entraron por los ojos para comprar la ropa, comida y enseres que necesitan, el ocio que se han trabajado y merecen, o cualquier otra cosa. Y lo peor de todo es que nos lo creemos.

No acierto a saber cómo es posible que nos creamos esto en vez de gritar y exigir responsabilidades. Quizás esto explique, al menos parcialmente, por qué la condición humana ni cambia, ni mejora sustancialmente, a través de tantos siglos. ¡Cualquiera sabe! www.ajescribe.blogspot.com.