El fenómeno del ´botellón´ está provocando verdaderos problemas de convivencia social, de salud, de identidad, jurídicos-, aunque tanto las autoridades competentes como las familias y los centros educativo, han tomado conciencia del problema, no se ha conseguido paliar esta situación. Pero, sacando la parte positiva de todo esto, lo verdaderamente bueno es que nos hemos dado cuenta de que para construir una sociedad saludable y un buen proyecto de responsabilidad social, tenemos que contar con el apoyo y la ayuda tanto de familias como de centros educativos. Creo, que somos los padres la parte más importante de este trinomio, que podemos ayudar, si no a cambiar, sí a prevenir que nuestros hijos queden inmersos en él. Somos los padres, con la comunicación y el contacto diario con ellos, los que, en un índice muy alto, podemos encauzar el ocio de nuestros hijos hacia otras alternativas que no sean las de beber de manera incontrolada. En estos años se han aportado propuestas para cambiar estos hábitos, como salones de recreos hasta discotecas en las que no se sirvan alcohol, pasando por la de mantener abierta las instalaciones deportivas dentro de un horario razonable, y donde exista una continuidad en estas actividades que puedan crear hábitos en los jóvenes. Pero, si nos remitimos a las estadísticas, vemos como no se han conseguido encontrar soluciones para paliar esta práctica convertida ya en un fenómeno social negativo. Debemos intentar sensibilizar a los jóvenes para desviarlos de este camino, siendo realistas y aportando apoyo en la búsqueda de alternativas.