Casi 70 años entre viñedos. Hace apenas dos meses que se jubiló, pero casi siete décadas que pisó por primera vez las tierras de su padre Antonio García Bote. Cuando aquello le sucedió a los 18 años, obligado a hacerse cargo de las bodegas y explotaciones agrarias de su progenitor, supo que cambiaba de residencia para toda la vida y que el campo sería su primera casa. Ha llovido desde entonces. Tanto que en el invierno de 1976, una helada en marzo quemó parras y viñas y dejó sin cosecha aquella vendimia. "Fue terrible. El peor año para él", confiesa Fernanda, una de sus hijas. Sufría por el campo. Se desvivía por su trabajo.

Lorenzo García Arias (3 de abril de 1928, Almendralejo) recibirá el viernes 14 un emotivo homenaje en el acto central de las fiestas como reconocimiento a su trayectoria como agricultor. Su entrega, constancia y tesón, le ha permitido vivir una vida exitosa en lo laboral, aunque durante el recorrido haya tenido que sufrir con los obstáculos que siempre deja un viaje de casi 70 años.

Vida privada

Lorenzo quiso formarse como estudiante tras realizar en Sevilla el servicio militar, pero como muchos jóvenes de la época, no pudo. Trabajó sin cesar al compás que formaba una familia junto a Luisa Camacho Sánchez. Con ella tuvo siete hijos y la felicidad plena de tener trabajo y darles a todos una oportunidad. Pero a los 45 años, enviudó. La mayor de sus hijas tenía 19 años y el menor 5. Su madre le ayudó a salir adelante. Su madre y su coraje para afrontar todos los problemas y retos. Educó a sus hijos a contracorriente de las familias de la época: "Era un hombre con una buena posición social y una influencias que nunca utilizó. Nos exigió que nos buscáramos la vida por nosotros mismos. Que estudiáramos y labraramos nuestro camino", narra su hija. Y así fue. Todos los suyos son profesionales licenciados, a excepción de Manolo, único que tomó el timón de las tierras para alargar la historia en el campo.

Fue uno de los socios fundadores de SAT San Antonio y SAT Olivareros de Almendralejo. Estuvo en la Comunidad de Labradores y Ganaderos, fue presidente de la Caja Rural de Almendralejo y trabajó por la creación de una Denominación de Origen de Tierra de Barros. Su relación con la feria de la Piedad también es especial, ya que fue edil de Festejos del ayuntamiento durante la primera Feria de la Vendimia de Almendralejo en 1972.

Hace dos meses se jubiló, aunque se había apartado del campo años atrás. Reside en la calle Cervantes, la casa de sus padres, donde ahora comparte horas y vivencias con su hijo Manolo, libros y pasatiempos, y su enorme pasión por el fútbol y el Atlético. Un hombre hecho a sí mismo que ha labrado un camino ejemplar que merece ser reconocido.