Llega un momento en el que debes tomar la opción entre varios caminos para determinar qué es lo que quieres hacer, hacía donde quieres poner tus ilusiones y. sobre todo, a quiénes irá dirigido el fruto del mismo para que todo esto se traduzca en vocación. Es decir, ha llegado el momento de elegir un camino en el que empieces a construir tu propia forma de vida. Elegir una determinada carrera universitaria, nos va a condicionar sobremanera nuestra forma de plantear nuestra existencia y, por supuesto, afectará a todas aquellas personas que nos rodean con las cuales compartimos nuestra vida. Pero, quizás sea la dedicación al magisterio la que necesite ese ingrediente fundamental e imprescindible que llamamos vocación. Ser maestro o maestra entraña el ser personas humanas porque precisamente nuestro trabajo consiste en convivir muy directamente con niños y ser personas tolerantes y ecuánimes porque en nuestras aulas se refleja todo lo que acontece en la sociedad actual, en la que la pirámide de los valores que la definían está cambiando a una velocidad de vértigo y donde hay ciertos papeles que se han invertido y todo esto ha conllevado a que el clima que se respiraba hace muchos años en los centros educativos se sustituya por el de tensiones acumuladas donde la solución a muchas cuestiones se debaten en otros foros y no en el de la escuela. Elegir tu forma de vida basada en la vocación te hace sentirte fuerte pese a todos los avatares que te trae la vida y te hace reflexionar si es realmente la vocación la que te hace seguir luchando por todo aquello en lo que un día creíste.