A Manolo Vivas siempre se le agradecerá que su lucha hizo posible la construcción de este hospital. El antiguo presidente de la Plataforma por la Sanidad Pública fue uno de las ocho personas que integraron aquel grupo de 1995 para reivindicar el centro. «Almendralejo era un desierto médico con apenas seis médicos de familia para toda la población», recuerda. Su mujer, Elisa, rememora los primeros viajes hasta Badajoz para organizar las reuniones y los encuentros con el entonces consejero de Bienestar Social, Guillermo Fernández Vara.

Vivas sabe que el «momento crucial» fue la manifestación del 18 de marzo, la más grande de la historia contemporánea en la región. También el encierro en el consistorio. «Fue duro el animar día a día a aquellas personas para que el ánimo no decayera». Vivas lo califica como «una movida impresionante», pero con el orgullo de haber sacado adelante todo un hospital.

«Hoy día tenemos un hospital del que se benefician miles de personas y se evitan infinidad de viajes a Mérida, algo que debemos valorar mucho».

Manolo Vivas es una de las tres personas únicas a las que el Servicio Extremeño de Salud le ha concedido la insignia de oro de la entidad. Además, Almendralejo le dedicó una calle con su nombre por la enorme labor dedicada y la lucha ejercida para que hoy la ciudad disfrutase de un hospital. Todo un luchador que siempre estará en el recuerdo.