Cáritas "ha detectado un nuevo tipo de pobres: las clases medias en paro". Así titula la prensa la repercusión de la crisis económica en no pocos españoles: aquellos que no pueden llegar a fin de mes y los que no llegan al fin del día. Cabezas de familia se han encontrado en paro y no pueden hacer frente al pago de la hipoteca, servicios y deudas. Inmigrantes y españoles, igualados por la crisis, han tenido que recurrir a Cáritas. La Dirección de esta ONG católica dice que "de repente empiezan a aparecer rostros que te llaman la atención de modo que la persona que tiene cierto nivel de cualificación o empleo no es esperable que venga a pedir ayuda social básica" Y, sin embargo, la pide; certifico yo. Los nuevos pobres son trabajadores asfixiados por los precios, ancianos y ancianas solitarios a los que han dejado de fiar en los comercios, gentes corrientes que tienen que doblegar su dignidad e infravalorar su autoestima para acudir a su Parroquia y solicitar una ayuda. Se les ve entrar en los comedores de caridad con la mirada baja y el paso rápido rehuyendo ser reconocidos. No es difícil imaginar -pongámonos en su situación- su pudor y su vergüenza comiendo un plato caliente entre los desfavorecidos, drogadictos y sin techo. En el primer semestre de 2008 han acudido el 40% más que durante todo el 2007 para recibir ayudas cuyo coste ni siquiera paga el Estado. Las financia la Iglesia -esa Iglesia tan denostada por algunos políticos y medios- mientras algunos "mandamases" autonómicos se compran unos coches carísimos. Con el dinero de todos los españoles, por supuesto.