TEtn poco menos de un mes Benedicto XVI ha salido tres veces del Vaticano. Malta, Turín y Portugal fueron las metas de sus últimos viajes pastorales y, en los tres, el pueblo ha arropado al Papa con su presencia masiva, con sus ovaciones clamorosas y, sobre todo, con su oración. Desde los primeros tiempos del cristianismo, y especialmente en tiempos difíciles, la oración por el sucesor de Pedro ha sido una constante: "Mientras Pedro estaba encarcelado, la Iglesia rezaba insistentemente a Dios por él", dicen "Los Hechos de los Apóstoles". Hoy también cuando, con ocasión de los condenables delitos de unos cuantos clérigos, los vientos mediáticos soplan con furia contra la Iglesia y su cabeza visible, los fieles de todo el mundo se apiñan con cariño alrededor de su Pastor. He sido testigo directo en Fátima de la visita de Benedicto XVI y, emocionado, tuve la dicha de concelebrar con él junto a más de 1.400 sacerdotes. Lisboa y Oporto, además del "altar del mundo" que es Fátima, han recibido al Papa con gozo desbordante. Intelectuales y artistas, profesionales, industriales, obreros y pueblo llano, sacerdotes y religiosos, padres de familia, jóvenes y niños se han volcado en la acogida al querido visitante. Han llenado las aceras de las calles del recorrido urbano lanzando a gritos sus "Viva o Papa!" y han abarrotado , en medio de un impresionante silencio, los espacios al aire libre en los que se celebró la Eucaristía. En Noviembre vendrá a España y pisará tierras gallegas y catalanas. Las muestras de adhesión se repetirán sin duda alguna. En tiempos de prueba, la Iglesia se purifica en la humildad, sí; pero también se hace más fuerte en torno al Papa.