Aunque dicen que el mercado laboral mejora lentamente, todavía hay muchos jóvenes que ven con pesimismo su futuro laboral y siguen ahondando en soluciones para encontrar trabajo. Algunos que están más abajo, ya están poniendo remedio a esos problemas y han decidido lanzarse por un camino que, a priori, parece más seguro: el de las ciencias. «En las ofertas de trabajo vemos como en los primeros puestos siempre están programadores, analistas de sistemas, de datos... estos son los puestos del futuro y los que muchos niños de aquí podrán cubrir». Francisco Fernández de Vega, de la Universidad de Extremadura, se refería a los jóvenes integrantes de las Escuelas Científicas de Extremadura. Una muestra representativa de ellos, los de Almendralejo, celebraron en el patio central del conventual de San Antonio la segunda Feria de la Ciencia, en la que se exhibieron hasta 16 proyectos de ciencia y tecnología que compiten entre sí para ser el mejor.

En esta feria han participado menores de primaria y secundaria de los centros educativos de la localidad, con edades comprendidas entre los 12 y 16 años. Cada vez son más los que apuestan por estas escuelas de científicos nacidas en el seno de la Universidad de Extremadura hace años. En el cómputo global de la región, el proyecto ha llegado ya a más de una veintena de localidades y son más de 400 niños los que se aprovechan de sus conocimientos.

En Almendralejo se celebró el concurso local, cuyo ganador irá a la fase final regional que tendrá lugar en octubre y que tendrá un premio final de un viaje al Centro de Aceleración de Partículas que hay entre Suiza y Francia. En Almendralejo se han presentado proyectos relacionados con la robótica, la química, la tecnología, el magnetismo, la física o la biología. Son muchos, aunque destacan algunos como unos efectos ópticos que han sido construidos con LED o un aparcamiento que lleva un control automático para contabilizar los coches que entran y salen.

Proyectos

Claudia, de sexto de primaria del colegio Ruta de la Plata, ha elaborado un líquido novedoso que cambia y reacciona en función de sus mezclas. Muy curioso es también el invento de Hugo Arias, un alumno de sexto del colegio Antonio Machado que ha presentado un brazo hidráulico que funciona sin necesidad de energía. Para ello solo ha utilizado ocho jeringuillas de diez mililitros que funcionan como inyectores, cartón para la estructura, palillos de helado y tubos finos para interconectar los inyectores. «Investigué en Youtube y me di cuenta de que se podía hacer algo así sin energía. Me puso rápido manos a la obra y el resultado está aquí», nos dice un protagonista que, de mayor, sueña con ser ingeniero aeroespacial «y poder diseñar cosas para explorar».

Su compañero de colegio es Pablo, que va a quinto y ha elaborado un coche en miniatura que funciona a impulso elástico. Todo lo ha hecho con materiales reciclables y con máxima sencillez: un globo de aire, una botella, un palillo y cuatro tapones de plástico. Nada más.

Un grupo de profesionales que trabajan en la Universidad Metropolitana de Ciudad de México, y que se encuentran en Almendralejo durante un tiempo, ha ejercido de jurado. Juan Villegas Cortez, de México, asegura que «en esta feria hay un incipiente pensamiento algorítmico, es decir, de proyectos de futuro ligados con la automatización, robótica, programación y lo relacionado con el mundo multimedia».

Este investigador comenta que la ciencia empieza siempre como un juego, pero se ven muchas cosas: «Muchos han replicado experimentos que han visto en vídeos de internet. Pero lo importante ha sido su interés en hacer los inventos. Nosotros les hemos hecho preguntas a su nivel sobre cómo mejorar sus ideas y podemos decir que hay buena semilla para el desarrollo científico en un futuro».