Qué va a ser de aquel Plan General de Ordenación Urbana aprobado por unanimidad de los que integran, por voluntad popular, la corporación municipal? Por lo que parece, dada la ya manifiesta disposición de los que lo promovieron, ese Plan va a sufrir un replanteamiento según el planteamiento de los que en principio no lo aceptan -al menos en lo que toque a lo suyo-, que hará reducir su alcance a los límites de lo que tenga el menor coste político. Puede que esto sea lo menos problemático y, en consecuencia, se considere lo más sensato con vistas electorales, pero eso no implica, como todos sabemos, que sea también lo más beneficioso para el conjunto de laciudadanía. Sin embargo, estamos dispuestos a aceptar la dificultad y la legitimidad de conjugar ambas perspectivas. Ahora, cabe preguntarse: ¿cómo es que todos nuestros representantes políticos en el Ayuntamiento pudieron estar de acuerdo, según se puso de manifiesto en el Pleno correspondiente, en que éste era un buen plan urbanístico para la ciudad? ¿Ninguno de los tres partidos tiene que reconocer ahora que se ha equivocado, o que, en alguna medida, desconocía irresponsablemente lo que aprobaba?. Allá ellos, pero, para ser ecuánimes, también los representados podríamos entonar un mea culpa: ¿no hemos fallado en la participación política a que tenemos derecho y obligación al no comprometernos en la fase de elaboración del Plan en defensa del interés general? Alguien, que clamó en el desierto, podría recordarnos esa falta de implicación en un tema tan importante para el desarrollo de nuestra ciudad.