No debe ser nada sencillo tratar de convencer a niños de 10 y 11 años de que, en un futuro no muy lejano, el emprendimiento puede ser una de las mejores opciones para encaminar el rumbo de sus vidas. Más difícil aún debe ser transmitirle técnicas y habilidades para ser futuros empresarios, ahora que ellos ven tan grande y lejano el mundo de los negocios. De saber cómo es una experiencia así sabe mucho Gloria Horrillo (La Coronada, 1974), una de las coordinadoras del programa Acho, emprende que acaba de terminar y que ha trabajado con más de 250 alumnos de cinco colegios de Almendralejo. Despertar habilidades emprendedoras ha sido su reto a través de la resolución de conflictos y retos.

--¿Ha sido difícil despertar técnicas de emprendimiento en alumnos tan jóvenes?

--No. Los niños son pequeños, pero tienen muchas ganas de hacer cosas y es precisamente por ahí, con la técnica de Aprender haciendo, como lo hemos enfocado. Están siempre en movimiento y son auténticas esponjas absorbiendo conocimientos. Sé que han llegado a resolver problemas con lo aprendido.

--Realmente, ¿pueden llegar a pensar como futuros empresarios?

--Trabajar habilidades emprendedoras no solo es crear futuros empresarios. Lo importante es despertar el espíritu de poder hacer aquello que se propongan. Hay técnicas como la asertividad, la escucha activa, la creatividad...que si las desarrollamos desde pequeño, sirven para el futuro.

--Usted es especialista en resolución de conflictos. ¿Cómo se resuelven a estas edades?

--Con dinámicas de grupo y juegos. A estas edades es difícil escuchar, por eso se utilizan los juegos. Les damos trucos para que reflexionen. Por ejemplo, la técnica del bocadillo. A la respuesta: ¿puedes dejarme el lápiz? No le puede seguir: «No me da la gana». Con esta técnica se trata de envolver una respuesta positiva. Por ejemplo: «ahora no puedo darte el lápiz, pero acabo rápido y te lo paso». Cosas sencillas.

--¿Cómo han plasmado el trabajo?

--Uno de los juegos que hicimos con Legos fue crear la ciudad ideal de Almendralejo. Los niños tienen cosas de niños, pero también rebosan creatividad y buenas ideas. Hicimos unas tarjetas con todas ellas. Algunos diseñaron hospitales con perros, otros colegios con universidades integradas... un montón de cosas. Se las hemos pasado al alcalde (se ríe) por si alguna le vale. Además, se sensibilizan muy rápido con conceptos como la accesibilidad o el medio ambiente. También han aprendido a tener roles. Y, sobre todo, a trabajar en equipo. Han descubierto que los grupos que mejor trabajan en equipo eran los que más avanzaban. Todo suma.

--¿Y pueden deducirse que hay futuros emprendedores a tan pequeña edad?

--Eso es muy complicado. Se suelen ver ciertas habilidades comunicativas en algunos alumnos o cierta capacidad de escucha activa o coordinación de grupos en otros. Pero un niño con ocho años y alta capacidad debe seguir desarrollando estos conceptos si quiere utilizarlo en el futuro. A algunos se les ven cosas, pero no es decisivo.

--¿Qué reto les ha motivado más?

--Tengo entendido que el de proyectos de cine, con José María Fernández de Vega. El despliegue de cámaras y todo lo que ello conlleva les ha sorprendido mucho. También el de interpretación de obras de arte.

--Y para los adultos, ¿qué reporta el ‘Acho, emprende’?

--Mucha satisfacción. Los tiempos y las sesiones son escasas, pero trabajar con niños siempre motiva mucho. Era increíble ver su gratitud cuando llegábamos los monitores del programa a hacer las sesiones. Luego te vas y, cuando vuelves, te cuentan cómo han resuelta conflictos gracias a tus técnicas. Eso es muy gratificante.