«Parece que tienen que venir catadores de fuera de la región para considerar a nuestros vinos con valoraciones de 99 y 100 puntos. A nosotros, nos cuesta darle esa calidad a nuestros vinos». Quien dice esto es Emiliano Zamora de Alba, director técnico de la Estación Enológica de Almendralejo, que ha coordinado la cata final de la décimo novena edición de los Premios Espiga Vino de la Denominación de Origen Ribera del Guadiana que cuenta con un fuerte respaldo de la Caja Rural de Extremadura. Él, al igual que otros catadores, se ha vuelto a quedar sorprendido por la «enorme calidad» de los vinos extremeños, muy a la altura de los grandes caldos internacionales.

Un grupo de once catadores de reconocido prestigio nacional e internacional estuvieron ayer en la gran final de este certamen que se hizo a través de catas a ciegas. El concurso está plenamente consolidado después de 19 ediciones. Este año se han presentado 91 vinos de 22 bodegas, es decir, más del 95% de las bodegas adscritas a la Denominación de Origen Ribera del Guadiana. Tras una previa celebrada el pasado martes, han pasado a la final 48 muestras, ocho en cada una de las seis categorías: vinos blancos, rosados, tintos jóvenes, roble, crianza y reserva.

Para el certamen, la categoría del jurado es lo más importante. La mayoría son llamados a concursos internacionales de todas las partes del planeta. Destacan eminencias como Fernando Gurucharri, presidente de la Unión Española de Catadores; Julia Marín, presidenta e la Asociación Extremeña de Enólogos, o el almendralejense Marcelino Díaz, presidente de la Cofradía del Vino Ribera del Guadiana.

Manuel López Alejanro, presidente del Concurso Nacional de Vinos Premios Mezquita y catador de las 19 ediciones de este premio, asegura que la evolución de los caldos de Ribera del Guadiana es tremenda: «Me he encontrado unos vinos muy sanos, muy iguales y de una calidad media muy alta. En algunos casos, he encontrado auténticas joyas», destacaba.

Concurso único

Emiliano Zamora recuerda que este certamen tiene una particularidad que apenas ostentan algunos concursos internacionales. Se trata de que son los propios organizadores los que toman las muestras participantes de las bodegas y no las bodegas las que envían su material. Con esto se evita cualquier suspicacia de que el vino no tenga una procedencia legal. «Es algo que queríamos tener muy claro desde el comienzo», atestigua.

El director técnico de la Enológica destaca también la «objetividad y uniformidad de los resultados». Considera que los catadores coinciden en los vinos que son de máxima calidad. Recuerda, además, que utilizan la ficha de cata de los certámenes internacionales. La suerte ya está echada. En poco tiempo se conocerán a los ganadores.