La Oficina de Igualdad y el Punto de Atención Psicológica de Almendralejo atienden, en la actualidad, a 61 mujeres que cuentan con una orden de protección sobre sus agresores. Este mismo apartado se cerró en 2016 con 54 órdenes. Y en 2015, con 36. Los números no engañan. Los casos de violencia de género que han necesitado emitir órdenes de protección han subido un 40% en la comarca solo en los últimos dos años. La franja de mujeres comprendidas entre los 18 y 29 años son las más castigadas, con un 23% de los casos. Son números fríos. Exactos. Indiscutibles. Pero, ¿están todos?

La realidad sobre el problema que genera la violencia de género necesita un enfoque más completo. Las denuncias por posibles casos de violencia de género en la zona sobrepasan las cien, mientras que los casos de relaciones donde existe algún tipo de violencia de género multiplicaría por varias veces ese número. Es la violencia escondida, la que no termina de denunciarse y en la que están poniendo luz y taquígrafos los trabajadores sociales que buscan erradicar esta lacra.

«La sensación es que Almendralejo se está convirtiendo en un lugar seguro para denunciar», dijo la concejala de Igualdad, Beatriz Palomeque, tras dar a conocer los datos. La denuncia, hoy día, no es imprescindible para obtener una orden de protección, pero sí ayuda a que el problema sea atajado por los profesionales en la materia.

Hoy día, una denuncia puede ser tramitada de oficio por Policía Nacional, profesionales de los centros de salud o técnicos en la materia. La violencia sigue escondida y, como los tiempos, también se hace tecnológica. Cada vez es más común ver a parejas jóvenes que se someten a un exhaustivo control de teléfonos móviles o redes sociales. «Eso podría ser una primera fase de violencia de género y un primer indicio», indican desde la Oficina de Igualdad.

Para tratar de erradicar la violencia escondida, desde Almendralejo pelean hace tiempo con los recursos disponibles. Por un lado, un Punto de Atención Psicológica en el que una psicóloga trata directamente con las víctimas. Lo hace a través de charlas, terapias grupales y actividades enfocadas a crear redes sociales y hacerles fuertes ante el problema. Por otro lado, una Oficina de Igualdad donde trabaja una técnico solo seis horas al día para todas las mujeres de Almendralejo y comarca.

Han sido varias veces las que Almendralejo ha reclamado que el Instituto de la Mujer de Extremadura le incluya dentro de la red de Puntos de Atención regionales para aumentar la subvención. Ahora le llegan 28.000 euros, muy lejos de otras poblaciones como Plasencia, Don Benito o Villanueva de la Serena que les triplican en ayudas. «Han de saber que tratar la violencia de género no es algo puntual, sino que estas mujeres deben tener un seguimiento continuo y para ello es necesario tener más recursos», recalcó Palomeque.

La prostitución

La violencia sigue escondida también en lugares donde las mujeres funcionan casi como presas. Es el caso del sector de la prostitución, donde el 98% la ejercen de manera coaccionada y casi secuestradas, «ya que si se niegan pueden ser agredidas o extorsionadas». Estos datos los dio a conocer la mesa policial regional de Delegación del Gobierno que se reunió en Almendralejo. «Aquellos hombres que sepan estos datos tienen que darse cuenta que cuando van a un lugar de este tipo pueden estar violando a mujeres», puntualizó la edil.

El 46% de las que tienen una orden de protección están adheridas a los programas de ayuda psicológica y jurídica a los que se da cobertura desde la ciudad. De las 61, 49 son madres.

Aunque parezca que los casos de violencia de género cada vez están más controlados y van disminuyendo, los números dicen totalmente lo contrario. Es esa violencia escondida la que todavía no deja respirar.