La reivindicación del Estatuto de Capitalidad por parte de Mérida fue la serpiente de verano que se prolongó más allá de septiembre.

Curiosamente fueron los socialistas emeritenses los que recuperaron esta vieja aspiración, en julio, a raíz de que el Parlamento gallego aprobase el Estatuto de Capitalidad para Santiago de Compostela, la única capital regional que junto con Mérida no lo tenía y que compartía la situación de ser capital autonómica aunque no capital de provincia. Sin embargo, a medida que los ánimos se iban calentando la Junta tomó cartas en el asunto y el mismo presidente, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, señaló que no era el momento de abrir la caja de Pandora. Tal consejo no sirvió de nada y el colectivo ciudadano Lusitania , junto con el PP e IU convocaron el 28 de agosto una manifestación, a la que acudió no demasiada gente, aunque sí suficiente, si se tiene en cuenta el ánimo poco participativo que caracteriza a los emeritenses en este tipo de citas, a excepción de cuando se trata de defender al equipo de fútbol.

En Mérida empezó a hablarse de contrapartidas económicas por ser la capital y la demanda provocó que otras localidades próximas levantasen la voz pidiendo para sí la capitalidad. La herida ya estaba abierta.

El PSOE local intentó desvincularse de la reivindicación, con difíciles argumentos, a la vista de la posición que mantenía Ibarra. Sin el apoyo de los socialistas, la corporación municipal votó a favor de crear una comisión municipal para redactar el Estatuto y en esa labor se encuentra. Tuvo que venir el popular ministro de Administraciones Públicas, Javier Arenas, en octubre, a parar los pies al alcalde de Mérida, Pedro Acedo, diciéndole que las cosas están mejor como están ahora.