Las manifestaciones que ayer se celebraron en España estuvieron marcadas por una numerosa participación y su carácter pacífico, sólo alterado por algunos incidentes de grupos violentos en Madrid donde cientos de miles de ciudadanos (20.000, según la Delegación del Gobierno) volvieron a tomar ayer las calles en una manifestación masiva para protestar contra la guerra y reclamar la dimisión del presidente del Gobierno, José María Aznar.

La marcha convocada por el Foro Social de Madrid a las seis de la tarde en el arco de la Moncloa recorrió durante más de dos horas la calle de Argüelles, plaza de España, Gran Vía y calle de La Montera, para confluir en la Puerta del Sol en una concentración de vigilia por las víctimas de la guerra, que se vio ensombrecida por la aparición de grupos de jóvenes radicales y las cargas de la policía.

NUEVO ITINERARIO

Los organizadores negociaron con la Delegación del Gobierno un cambio de itinerario hacia el interior de la ciudad, ya que su objetivo inicial era avanzar por la carretera de La Coruña hasta el complejo de la Moncloa. A cambio de la autorización verbal de la marcha, los convocantes aceptaron recorrer el tramo desde el arco de la Moncloa y la plaza de España. Más de 100 efectivos antidisturbios, con 20 furgonetas policiales y vallas en triángulo, cortaron los seis carriles de la autovía de La Coruña para garantizar que los concentrados no iban a ir hacia el palacio presidencial. Varios cientos de jóvenes se mantuvieron durante más de dos horas ante el cordón policial hasta que un fuerte chaparrón les hizo abandonar su propósito de avanzar hacia la sede de la jefatura del Gobierno. Una veintena persistió en su actitud y uno lanzó una botella contra los agentes, que cargaron y lo detuvieron.

Los organizadores, a cuya cabeza iba el coordinador de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, y a la que se sumaron representantes del PSOE como Leire Pajín, Diego López Garrido y Juan Fernando López Aguilar entre otros, se vieron desbordados por la gran muchedumbre que avanzaba en pie de paz, de modo que no pudieron cumplir el compromiso de parar la marcha en la plaza de España.

CARGAS POLICIALES

La riada humana avanzó por la Gran Vía hacia la Puerta del Sol. Dotaciones policiales controlaban el recorrido. Miles de jóvenes, aún indignados por las cargas policiales del día anterior, les mostraban las manos y les gritaban: "Estas son nuestras armas". Los organizadores colocaron un cordón en la Gran Vía para canalizar a los manifestantes hacia la Puerta del Sol pero, al verse desbordados, desistieron y negociaron con los agentes del cordón policial que se había formado detrás de ellos que dejaran la calle libre para que la gente bajara hacia Alcalá. Sin embargo, la aparición de grupos radicales llevó a los antidisturbios a disparar pelotas de goma con sus fusiles.

En Barcelona, la Guardia Urbana cifró en 500.000 el número de participantes. Los organizadores calcularon entre 750.000 y un millón, y la Delegación del Gobierno rebajó la cifra hasta sólo 150.000. Acabada la manifestación, un grupo de incontrolados lanzó piedras y otros objetos a los policías que protegían la Delegación del Gobierno. Dos agentes resultaron heridos leves.

Al margen de las manifestaciones de Madrid y Barcelona, las más numerosas tuvieron lugar en Valencia y Zaragoza. La manifestación que recorrió sin incidentes el centro de Valencia congregó a unas 100.000 personas. Decenas de miles de personas se manifestaron por las calles de Zaragoza en dirección a la plaza del Pilar. Los manifestantes, siempre en silencio, encendieron velas en solidaridad con las víctimas.