El régimen iraquí pudo alardear ayer de haber resistido el primer envite de la invasión estadounidense y de haber cosechado varios éxitos militares: el derribo de cinco aviones y dos helicópteros y la captura de un número indeterminado de soldados enemigos. Pese a todo, las autoridades iraquís no dejaron escapar la oportunidad de hacer un llamamiento a la paz y, por boca de su ministro de Defensa, Sultan Hachim Ahmed, reclamaron: "Nos gustaría que la guerra se detuviera hoy mismo".

Además, la televisión pública iraquí emitió las primeras imágenes de Sadam Husein, que apareció conversando de forma distendida con su hijo Qusay, el encargado de coordinar la defensa militar de Bagdad. Con la difusión de estas imágenes, el régimen desmentía que el presidente iraquí hubiera muerto en uno de los ataques.

Aunque muchos vaticinaban que la invasión iba a ser un paseo militar para los Estados Unidos y que era sólo cuestión de días que el régimen de Husein se derrumbase, lo cierto es que la resistencia iraquí está siendo mucho más sólida de lo previsto.

´LA MORAL ES ALTA´

No sólo no ha habido deserciones masivas, sino que los soldados iraquís se han hecho fuertes en Um Qasar, Basora, Nasiriya y Naief y seguían impidiendo que las tropas estadounidenses pudieran ocupar ninguna de esas ciudades, que desde el sur jalonan el camino hasta Bagdad.

El ministro iraquí de Defensa fue el encargado de escenificar ante la prensa la resistencia militar de Irak. Flanqueado a la izquierda por un enorme retrato de Sadam y con un mapa de Irak a la derecha, el ministro resaltó que las tropas de Estados Unidos "no están avanzando en ningún lugar clave" y que "cada palmo de terreno les costará litros de sangre". "Nuestra situación es buena y nuestra moral es alta. Ellos (los estadounidenses) están en el desierto y nosotros en las ciudades, donde les esperamos", aseguró el ministro.

Las declaraciones las realizó en el hotel Sheraton de Bagdad, donde ahora tienen lugar las comparecencias ante los medios de comunicación. Los iraquís pasaron la jornada boquiabiertos ante sus televisores, donde la emisora oficial emitía las imágenes de los cadáveres de los soldados estadounidenses en el campo de batalla. Instantes después, la sorpresa de los iraquís se amplificó cuando vieron aparecer a varios militares hechos prisioneros y presentándose, con sus nombres y sus lugares de origen, ante las cámaras.

El paroxismo se alcanzó en Bagdad, cuando se desató una auténtica caza (o mejor dicho pesca) del hombre en el río Tigris. Un piloto británico, cuyo avión de combate fue abatido, se lanzó en paracaídas y fue a caer en el tramo del Tigris que pasa por el centro de Bagdad. Tan pronto como fue visto descender, decenas de militantes armados del Baaz se abalanzaron a la orilla del río y comenzaron a disparar indiscriminadamente. Todo valía para obligar al piloto a salir a la superficie, y conseguir así la recompensa de 50 millones de dinares que ha prometido Sadam Husein a quien realice una acción de este tipo. Al final, el piloto fue capturado, aunque se desconoce por el momento en qué lugar se encuentra retenido.

Por otro lado, la televisión pública iraquí informó del derribo de cinco aviones.