El Banco de Alimentos repartirá este año alrededor de 2,1 millones de kilos de productos entre 18.000 personas. La cifra de beneficiarios, según su presidente, Jesús Reynolds, es algo inferior a la del pasado año (20.000) y se aleja bastante de los más de 30.000 que se registraron durante los años más duros de la crisis. Este descenso se debe a la mejora de la economía, pero también a que la entidad está siendo «más rigurosa» a la hora de entregar alimentos «para que lleguen a quienes realmente los necesitan», defendió Reynolds. Para ello, se está siendo «más exigente» en verificar que las familias a las que se ayuda cumplen los requisitos y lo acreditan con documentación. En esta tarea, el Banco de Alimentos cuenta con la ayuda de las entidades a las que entrega los alimentos para su posterior reparto a particulares. Casi el 60% se hace a través de las Cáritas, pero también de la mezquita, la Iglesia Evangélica y otras asociaciones. También, según el presidente del Banco de Alimentos, se está «saliendo más a la calle» para comprobar de primera mano cuál es la situación «real» porque «queremos optimizar la gestión y que las cosas se hagan bien», dijo.

Otra de las cambios que se ha producido desde que Reynolds llegó a la presidencia de la entidad es que el Banco de Alimentos permanece abierto durante el mes de agosto, mientras que antes permanecía todo el mes cerrado.