Aburrimos hasta a las ovejas cuando informamos de las buenas aunque poco nuevas acciones que aparentemente suponen un paso adelante en proyectos que no han dejado de serlo por mucho tiempo que pase. El 2016 ha sido un año de actuaciones anunciadas con plazos incumplidos, de las que esta ciudad lleva años hablando pero no acaban de hacerse realidad. Aburre mencionar la Plataforma Logística, que iba a reanudarse a finales del año pasado pero que sigue pendiente de que la Junta reactive las obras ya licitadas y adjudicadas.

Por no hablar de la piscina de la Margen Derecha, que anunció Miguel Celdrán cuando aún era un alcalde ilusionado. Primero hubo que buscar ubicación, luego llegar a un acuerdo con una multinacional para que ésta comprase el terreno al arzobispado y realizar una permuta. No debió de ser una operación sencilla. Todo parecía ultimado cuando el actual alcalde, Francisco Javier Fragoso, anunció que era más práctico que en lugar de una piscina de verano se construyese una ambivalente que sirviese para cualquier estación, con techo corredizo y de dimensiones olímpicas, la única en cientos de kilómetros a la redonda. Visto así, quién podía oponerse. Tan buena fue la idea que convenció al presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, que dotó su parte en los presupuestos del año pasado. Pero resultó que en la parcela asignada no cabía y ha habido que buscar otra ubicación, detrás del pabellón Juancho Pérez, que para enredar aún más la cuestión, requiere que se desenmarañe previamente un problema con la urbanización.

El 2016 no fue el año de la piscina de la margen derecha, ni el de los caballos árabes compitiendo en la finca municipal de las Arenosas, como tampoco el de la inauguración de la nueva comisaría de la Policía Local en Valdepasillas, pendiente aún de que culminen las obras de cerramiento, que acaban de iniciarse. Ni ha sido el año en que se haya sacado a concurso la explotación del fuerte de San Cristóbal, cuyos accesos sí se han adecuado, aunque continúa sin ser un monumento de libre acceso a los visitantes.

No hemos visto que hayan comenzado los trabajos para la construcción de la primera fase de viviendas en el área de rehabilitación de el Campillo, para la que existe acuerdo político suficiente en el ayuntamiento, pero tal vez insuficiente para colectivos que se revuelven contra toda actuación que parta de las Administraciones en dirección a la recuperación del patrimonio. Los mismos que se han echado a la calle contra los planes de la diputación para el Hospital Provincial, para una vez que había alguien que ponía sobre la mesa algún plan. Ha terminado el 2016 y el antiguo hospital sigue aquejándose de abandono.

Aburridos estarán los vecinos de la iglesia de Santa Catalina, tantas veces convertida en espacio cultural en titulares de plazos incumplidos. Como aburridos seguirán los transeúntes que revisan mes tras mes el desarrollo de las obras de la margen izquierda del Guadiana, que bien podrán avanzar ahora que han superado el escollo del paso del colector por el puente Viejo. Tampoco pudo ser el 2016 el año en que se abrió el aparcamiento subterráneo de Conquistadores, por mucho que los responsables de Liberbank afirmaran por activa y por pasiva cuando asumieron la obra que empezaría a funcionar coincidiendo con la Navidad. Pero no llegó ni para regalo de Reyes. Avanzar lo que el año 2017 deparará a la ciudad consiste en un ejercicio de repaso a lo que el 2016 debió traer y sigue pendiente. Confiemos en que de este año no pase.