En su obra Una avanzada del progreso, de parecida atmósfera moral y geográfica a El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad escribe que «el miedo siempre permanece. Un hombre puede destruir todo lo que tiene dentro de sí mismo, el amor y el odio y las creencias, e incluso la duda; pero mientras se apega a la vida no puede destruir el miedo». Un maestro del género de la literatura de terror, Lovecraft, escribe en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, que «el miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el tipo de miedo más viejo y poderoso es el temor a lo desconocido». En la Ilíada, el miedo es la huida, el terror y la discordia. Para Epicuro, existen cuatro tipos de miedo: a los dioses, al dolor, a la muerte y al fracaso en la búsqueda de la felicidad. Alcanzarla, es superar los miedos. Es la misma línea de Punset: la felicidad es no tener miedo. Para Hobbes, la conservación política de un Estado tiene como raíz el miedo y por eso los ciudadanos firman un contrato, con todas sus inseguridades y deficiencias, para mantener la paz y no tener miedo. Hay quienes juegan con el miedo, quienes lo banalizan, quienes alardean sin sentido de no tenerlo, quienes se le aproximan demasiado para caer sin remedio en sus más profundas garras. A veces, creemos en algo para conjurar el miedo y, a veces, vencemos al miedo y proclamamos nuestro derecho a superarlo emprendiendo retos que nos hacen más libres sin poner en riesgo la razón. Hoy es 31 de octubre y se celebra una antigua tradición, Halloween, que, más allá de prejuicios culturales o religiosos, no es más que una fiesta infantil que pretende olvidar el miedo a través de la diversión. Hoy es 31 de octubre, fecha en la que hace 500 años un tal Luder, que eligió para su apellido la forma grecolatina Eleutherius, es decir, Luther, libre, desafió al mundo diciéndole a todos que Dios era más accesible y que eso haría a todos más libres. Halloween y Reforma pueden parecer términos antagónicos y retrógrados pero, en el fondo, tienen un mismo objetivo: liberarnos del pensamiento único y de la esclavitud de la sinrazón. Frente a los profesionales del odio o el disimulo, Lutero o una calabaza nos hacen pensar en la libertad. Y eso nadie nos lo pueden arrebatar.