El centralismo nos condenó durante siglos a una posición periférica, aislada y olvidada. Nunca nos recompensó nuestro sacrificio, fidelidad, resignación y conformismo. Durante siglos nuestro destino se decidía fuera y estaba al servicio de otras regiones. Los extremeños esperábamos del sistema democrático y del autogobierno mucho más. Ahora los principales responsables de nuestra situación somos nosotros y está en nuestras manos nuestro futuro.

Hace 35 años estábamos a la cola del empleo, de la renta y el PIB per cápita. Durante estos años apenas conseguimos estabilizar la población, aunque cada vez con menos jóvenes, mientras España crecía. Ahora de nuevo se marchan nuestros jóvenes, aunque con mejores expectativas profesionales. Antes nuestros pueblos se vaciaban, ahora además las ciudades. Antes teníamos unas infraestructuras tan malas como el resto de los españoles, ahora las tenemos peores que los demás. Han llegados muchas ayudas pero no hemos sabido dotarnos de un sistema productivo sostenible que nos permita ser autosuficientes y no tengan que irse nuestros jóvenes.

Claro que en estos 35 años hemos mejorado. El analfabetismo se ha erradicado en las nuevas generaciones de extremeños y todos hoy tienen derechos y oportunidades para estudiar y desarrollar sus capacidades. Tenemos una sanidad universal equiparable a la del resto de los españoles. Se ha desarrollado un sistema de servicios sociales envidiable. Disponemos de una red de infraestructuras que no podíamos ni imaginar. Pero la realidad es que se marcha nuestra juventud en busca de mejores oportunidades y nuestras «excelentes condiciones de vida» no logran atraer población de fuera. Debe ser que hemos avanzado, pero no al ritmo que lo han hecho en otros lugares.

Celebramos 35 años de autogobierno. El balance nos deja una sensación de frustración, y las proclamas propagandísticas nos incrementan la desconfianza y la desilusión. Ahora nos corresponde dar respuesta a nuestros problemas y hay demasiadas evidencias que nos indican que no debemos seguir insistiendo en un modelo que ha fracasado. Tiempos nuevos requieren nuevas soluciones. Y solo de nosotros depende dar respuesta a los retos actuales.