Un 0,3% de los jóvenes de Badajoz sufren anorexia y un 1% bulimia, porcentajes que se multiplican por 5 con los casos subclínicos de trastornos alimentarios que cuando se detectan no reúnen los requisitos para considerarlos como los anteriores, "pero que son igual de importantes y requieren el mismo tratamiento", según Angustia García, psiquiatra, y Francisco Vaz, jefe de la Unidad de Trastornos Alimentarios.

La anorexia consiste en pérdida de peso, disminución de la cantidad de alimentos ingeridos y pérdida incluso de la regla, de forma buscada por la propia persona que se ha puesto como objetivo un peso muy bajo y se provoca el vómito, de modo que la paciente se mantiene muy delgada. La bulimia, por el contrario, proviene, por miedo a engordar, de darse atracones de comida y luego vomitar, o incluso ingerir laxantes, de forma excesiva; se acaba con sobrepeso u obesidad.

Ambos son los principales trastornos alimentarios que afectan a 5 de cada 100 jóvenes pacenses, y de ellos, 1 varón por cada 9 chicas; de 12 a 18 años en el caso de la anorexia y de 18 a 25 en la bulimia, "hoy más frecuente, por los atracones sin compensación", según García.

ATRACONES En el ámbito provincial de la citada Unidad, la incidencia es como la del resto de España. Vaz y García explicaron que "hay casos que no son los dos atracones y dos vómitos por semana durante tres meses y por tanto no se pueden considerar bulimia, pero están próximos a ella y el tratamiento es igual".

Hoy hay factores, como la dieta, que multiplican los riesgos; antes había menos bulimia, un problema que preocupa a miles de familias y que se agrava por los valores vigentes, "se aspira a la delgadez por el éxito social y laboral y hay que decirles a los jóvenes que se puede ser o no ser delgados y no ocurre nada, que hay factores de predisposición y que si se añade la dieta, se disparan", según Vaz. Así, añadió que hay que explicarles "que la delgadez, la imagen por encima de todo, no es buena", que "la anorexia multiplica por seis los riesgos de muerte joven y la bulimia, por mucho más".

Ese 5% es "ya una cifra alta en problemas alimentarios, pero si añades el atracón, aumenta, y eso es sólo lo que sale a luz", según García. La bulimia --soportan poco la frustración-- está más extendida que la anorexia pues "es más fácil vomitar que ponerse a dieta". Hay quien comienza con anorexia y termina en bulimia, que conlleva otras conductas compulsivas --alcohol, drogas--, lo que añade riesgo.

LA PREVENCION La Unidad colabora con la asociación de familiares y pacientes Adetex en prevención, y organiza actividades a través de la Escuela de Salud y los equipos de Atención Primaria. Este curso se impartirá una asignatura sobre trastornos alimentarios en Medicina.

Por otro lado, los tratamientos son "multimodales": medicación, normas dietéticas, trabajo con la familia, tratamiento psicológico individual o en grupo y colaboración con otros especialistas: endocrinos y ginecólogos.

Más del 50% de los pacientes tratados se curan, algunos con dificultades y del 10% al 20% se convierten en crónicos, "por eso es muy importante la detección precoz; cuanto antes se trate, mejor", coinciden ambos psiquiatras, aunque luego puede aparecer ansiedad o depresión.

Los trastornos alimentarios tuvieron su explosión en los 80 con los cambios sociales y políticos y la mejora económica. Las jóvenes, sobre todo, comenzaron a igualar roles tendiendo al masculino sin perder el femenino y fueron más afectadas por este problema, explicó Vaz. Hoy la tendencia es a la baja, pero aún hay adolescentes que no saben las consecuencias de estos trastornos que los padres "no siempre quieren o pueden ver".