El jueves se cumplirán 750 años del Tratado de Badajoz, firmado el 16 de febrero de 1267 entre Alfonso X de Castilla y León y Alfonso III de Portugal. Con él quedaba prácticamente configurada la frontera más antigua de Europa, o del Mundo, al integrar el Reino del Algarve a la Corona de Portugal y los territorios al este del Guadiana a Castilla. Este tratado de amistad entre el rey portugués y el español, que era su suegro, definió el actual territorio de Portugal e inició una etapa de división, recelos y distanciamiento de la población ibérica. Bien pronto comenzaron los conflictos y tres décadas después se redefine ligeramente la frontera con el Tratado de Alcañices en 1297, que incorpora Olivenza y Campomaior, entre otras localidades, a Portugal. Olivenza en 1801, tras la Guerra de las Naranjas, volvería a ser de España en un nuevo Tratado de Badajoz. El conflicto nunca terminó.

El territorio del suroeste de la Península, que agrupa la parte occidental de los valles del Tajo y el Guadiana hasta el mar, configura un espacio de cierta continuidad y unidad. Ya desde antes de los romanos era conocido como Lusitania y los árabes mantuvieron en gran parte su integridad. Fue en la Reconquista cuando ese territorio natural se partió y desde el siglo XIII ha permanecido separado generando un espacio de pobreza y aislamiento alrededor de la frontera. Esos dos valles de los ríos Tajo y Guadiana se convirtieron en dos tubos incomunicados con efectos de cul de sac que, salvo en excepcionales ocasiones, han estado destinados más a separar que a unir a los pueblos. Los portugueses aliados de los ingleses se replegaron hacia el mar y los españoles, aliados de los franceses, miraron hacia arriba dejando la Raya como trastero abandonado en donde no pocas veces se dirimían conflictos europeos. Con la incorporación a la Unión Europea en 1986 creímos que se acababan esos 7 siglos de frontera, incomunicación y periferia. Pero en este 750 aniversario muchos tenemos la sensación de que la frontera y la separación siguen estando muy presentes. Solo los rayanos tenemos interés de vencer esta separación y lo que no hagamos nosotros no lo hará nadie.