En términos generales las Memorias de IAbd Allah de Granada son un documento de primera mano para conocer la visión que un monarca árabe del agitado siglo XI ibérico tenía de lo que había sucedido hacía muy poco a su alrededor. Debe entenderse que los escritores de autobiografías, las llamemos o no memorias, tienen una irrefrenable tendencia a achacar a los demás el total o una parte de la culpa de lo que les había ocurrido a ellos. A veces, incluso, tienen razón. Digamos en su descargo que nuestro protagonista tenía, desde que fue proclamado y jurado, muy poca capacidad de movimiento. El escenario político iba degradándose poco a poco en perjuicio de la mayoría de los príncipes musulmanes andalusíes. Con la excepción, quizás, de la dinastía sevillana de los 'abbadíes. Los principados neogóticos del norte, en especial León, eran cada vez más fuertes en términos militares, pero carecían de una demografía suficiente. Eso, como ya escribí, lo comprendió el granadino con una claridad sorprendente.

Aparte de otras consideraciones, lo reflejado en el libro es importante para la historia de Batalyús --no se lo digan a la consejera de Cultura en funciones, no vaya a leérselo--, porque describe las circunstancias que rodearon a la batalla de Zallaqa --o Sagrajas-- y, finalmente, la entrada de los almorávides en la capital del occidente de al-Andalus. Los reyes de taifas hubieron de participar, a regañadientes, en la coalición organizada contra Alfonso VI, quien ya era dueño de Tulaytula/Toledo porque sus habitantes se lo habían entregado. Le vencieron, por superioridad numérica y por la impericia del leonés al usar algunas innovaciones armamentísticas llegadas de Europa. Pero los reyezuelos demostraron su debilidad estructural ante sus aliados magrebíes. A los pocos años, estos habían acabado con todas aquellas dinastías y se habían hecho dueños y señores de todo el territorio que profesaba el islam. En Batalyús la población también les abrió las puertas gracias a su promesa de bajar los impuestos --¡siempre igual!--. Y se acabó la taifa, tan ponderada por nuestros regionalistas trasnochados y por el alcalde Fragoso. Merece la pena leer a 'Abd Allah porque, puestos a interesarse por la Historia, lo mejor es consultar las fuentes originales. No como el alcalde.