Por qué iba a hacerle daño yo a ese hombre? Habíamos jugado a las cartas esa tarde; era amigo mío». Con estas palabras, José G. A., de 47 años, acusado de haber matado a Antonio Paniagua, de 65, en su propio domicilio, en Talavera la Real, el 18 de diciembre de 2014, negó ser el autor de su muerte. Respondía así a preguntas del fiscal, que inició el interrogatorio tras una breve interrupción para decidir el tribunal sobre la propuesta de una prueba de la defensa finalmente aprobada aunque con la oposición del fiscal y la acusación particular.

También negó haber entrado en la vivienda de la víctima: «Nunca, jamás, ni de chico». José G. A. mantuvo que él no pudo cometer el llamado crimen de Talavera --por el que el fiscal y la acusación particular que lleva el letrado Alfredo Pereira, solicitan 19 años de prisión--, porque esa noche estuvo en Badajoz, en un fumadero de los Colorines con un amigo, M. C., hasta las 5.00 de la madrugada y que regresó a Talavera hacia las seis y pico de la mañana.

La muerte de Antonio Paniagua está datada a las 2.00 horas. De modo que el acusado, que permanece en prisión desde su detención, tiene una coartada que más tarde confirmó la persona con la que estuvo en Badajoz, quien también fue objeto de investigación como otros tres sospechosos iniciales, «y muy mal que lo pasé entonces», dijo al declarar como testigo.

Tras numerosas preguntas del fiscal, de la acusación y la defensa sobre los horarios de entrada y salida del acusado y de la víctima en los bares en los que estuvieron esa noche, los posibles itinerarios que siguieron y el hallazgo de restos de ADN de José G. A. mezclados con sangre de la víctima tanto en una habitación de la casa donde mataron a Antonio, como en la bicicleta del acusado, y que son «compatibles» con el de él. Éste mantuvo su versión tal y como hizo en declaraciones anteriores y achacó las pruebas de ADN a posibles errores en la investigación, mientras que su abogado, José Duarte, señalaba que «que sea compatible no significa que sea el suyo».

También declaró la hermana de Antonio, quien contó cómo llevaban una cuenta conjunta, que «antes» él iba con mujeres, y que cuando lo encontró tirado cuando fue a llevarle la comida, como todos los días, lo vio tirado con una manta por encima y «pensé que estaba borracho hasta que vi la sangre». Pero no señaló posibles autores. Tampoco una hija de ésta que estuvo en día antes con su novio en casa de Antonio para colocarle los canales de la televisión.

Un vecino, que también fue sospecho en un primer momento, dijo haberlo visto la tarde antes en el bar el Nene, cuyo propietario no puede testificar por enfermedad y se escuchará hoy su testimonio anterior.

El dueño de otro bar, Bocatería Belén, y su esposa contaron que salieron juntos cuando cerraron y que vieron a Antonio irse solo, que no había nadie en la calle. Igualmente declaró un vecino que jugó a las cartas con ambos y dejó al acusado 20 euros que le devolvió el día siguiente.

Además, testificó la madre del acusado, que contó cómo registró la Guardia Civil la casa y la ropa sin hallar nada, y que le dio a su hijo 5 euros la tarde del 17 y 20 la mañana del 18, para ir a Badajoz, donde él dijo que había estado en el médico, firmando el paro y fumando en los Colorines.

Cabe recordar que, según el relato de los hechos del fiscal, Antonio se encontraba en estado de intoxicación etílica aguda cuando fue golpeado con un macetero en la cabeza en cuatro ocasiones, para robarle.