Con agosto vuelven, un año más, las vacaciones, el calor y la sequía cultural a Badajoz. Los bares y los botellones son los únicos que permanecen abiertos mientras que los pacenses condenados a quedarse en la ciudad ven pasar en las páginas de los diarios los innumerables festivales de teatro y los conciertos que durante este mes se celebran en distintos puntos de la geografía extremeña.

La agenda cultural pacense se repite cada día en los periódicos (cuatro museos). El mercadillo de los domingos pasa a ocupar los apartados dedicados a las agendas y Lusiberia se convierte en el único referente cultural.

Creo que los pacenses nos merecemos algo más que nada, porque eso es lo que nos encontramos cada agosto: nada, nada y nada.

Los recursos públicos deberían invertirse de una forma más equilibrada y los gestores deberían reservar una partida para estas fechas del año, porque no hay que olvidar que muchos pacenses están obligados a pasar todos los agostos de su vida en esta ciudad, no tienen otra opción.

Badajoz duerme lo suficiente durante el resto del año como para tener que soportar ahora una siesta de 31 días.