Una mañana infame y una tarde intempestiva se vivieron ayer en Olivenza. Pero las inclemencias duraron hasta la hora del inicio de la novillada que daba comienzo a la feria, porque entonces abrió el cielo y los operarios pudieron retirar los plásticos que cubrían el ruedo. Y éste, con alguna salvedad, estaba en buen estado.

Lo que siguió fue un festejo entretenido, con muchas ganas por parte de los novilleros pero también con algunas carencias.

Precioso el castaño que abrió plaza. Pablo Aguado, a la verónica, le ganó terreno hacía los medios. Novillo noble pero justo de raza y fuerzas, más tras la vuelta de campana que se dio el animal al salir de un lance. Faena pulcra del sevillano, que no pudo sobreponerse a la frialdad del ambiente y a las condiciones del astado de el Parralejo, pronto a menos. Gran estocada y saludos.

A portagayola se fue Aguado a recibir al cuarto. Bonito el novillo pero sobre todo enclasado. Tomaba el engaño por abajo y lo seguía con celo. De exquisita nobleza y entrega sin fin. El animal soñado, porque además duró. La faena tuvo cosas buenas, pero también altibajos. Bien la colocación, la verticalidad y la estética de este torero. Y menos bien un desarme y algún enganchón. La mano hay que correrla hasta el final. Oreja, que debían de haber sido dos.

Reunido el primero de Leo Valadez. Novillo, también, no sobrado de fortaleza, que también clavó los pitones en el albero. Sin ritmo en el capote, claudicante. Faena sin medida, larguísima. Rebrincada la embestida del astado, lo mejor fueron algunos naturales. Decía poco el burel y dijo poco Valadez, que dio un mitin con la espada, pinchando siempre en los bajos.

Un torito era el quinto. Agradable por delante, largo de cuello pero un punto montado, aunque metió bien la cara en el recibo capotero de Valadez. Comenzó de hinojos y en redondo la faena el mexicano. Sin ritmo el de El Parralejo, flojo, no decía nada. Con ganas el torero pero trasteo ayuno de interés. Estocada atravesada.

Más alto que sus hermanos era el primero del madrileño Toñete, que se movió con celo en el capote, por lo que no se sintió a gusto. Inició de faena por estatuarios y fea voltereta al segundo muletazo. No estaba el novillo para eso pero el torero siguió con decisión en los medios. Muleta adelantada y puesta. Bien colocado, con toques livianos, ligando y llevando al burel por abajo. Al natural, cotilleando, gustándose. Dos cosas a destacar de este novillero, tan nuevo por lo demás: quietud y mano baja, algo que dice mucho en el toreo. Oreja.

Saltó el sexto al ruedo y debían de haberle tocado las palmas al ganadero, que había mandado una bonita novillada, pareja y muy reunida de hechuras. Humillaba el novillo en el capote de un animoso Toñete, y se movió en la muleta, aunque le faltaba final. Valiente el torero, puesto en el sitio, con ese codilleo que, aunque dicen que es un defecto, permiten a quien está delante pasarse más cerca los toros. Faena intermitente de un diestro al que hay que esperar.

Olivenza no ha hecho más que comenzar.