El Tribunal Constitucional ha sentenciado que una trabajadora no puede ser despedida estando embarazada, si no existen motivos para un despido procedente, aunque no haya comunicado a la empresa su estado. La cuestión así planteada no había sido analizada hasta ahora por este tribunal y sienta un importante precedente, cuya primera beneficiaria es María Jesús Pérez Ledo, una joven de Badajoz que se empeñó en hacer valer sus derechos fundamentales durante cuatro años y medio, desde que, estando embarazada de su primera hija, fue despedida de la Asociación Provincial del Metal (Aspremetal), donde trabajaba como auxiliar administrativo. Ni el Juzgado de lo Social número 1 de Badajoz, ni la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, ni el Tribunal Supremo le dieron la razón, que el Constitucional sí ampara.

María Jesús tiene ahora 36 años, una niña de 4, otro de 2 y está embarazada de 8 meses del tercero. El martes por la tarde se enteró, porque la llamó un medio de comunicación, de que había salido una sentencia favorable. No la esperaba. Ha sido el fruto de su lucha y la de su abogado, Juan Francisco Montero Carbonero. "Cuando él me preguntaba qué hacíamos, yo le decía: para adelante, porque yo ya no tenía nada que perder, ya tenía perdido mi puesto de trabajo".

Quería --dice-- que se reconociera que no se puede echar a una mujer embarazada de su puesto de trabajo, lo comuniques o no, por el disgusto, hay que luchar por los derechos de las mujeres, estamos en el 2008". María Jesús es consciente de la importancia de esta sentencia. "Lo que más me alegra, además de recuperar mi puesto de trabajo, es haber sentado el precedente para que cuando un empresario quiera echar a una mujer embarazada se lo piense mucho".

Cuando la despidieron vivió momentos difíciles. Tiene claro que va a pedir el reingreso en su empleo, porque es lo que dicta el juez. "Voy a volver, yo no hice nada malo y es mi puesto de trabajo". Desde que la despidieron, solo ha vuelto a trabajar en una ocasión, estuvo 6 meses en una inmobiliaria. En estos años, ha comprobado la dificultad de reintegrarse en el mercado laboral, más cuando se tienen niños pequeños.

Su historia

María Jesús entró con 25 años en Aspremetal para hacer prácticas tras estudiar auxiliar administrativo y se quedó al terminarlas. Tras seis años y medio, de buenas a primeras, según cuenta, estando embarazada, en enero del 2004 (daba a luz en mayo) decidió pedirse 15 días de sus vacaciones porque le parecía "un abuso" por su parte unirlas luego a la baja maternal. Pero la respuesta que recibió fue el despido. "Ni siquiera el presidente me lo dijo en persona, como si fuera un mueble o una maceta más en la oficina".

En la carta de despido se hacía constar la imposibilidad de mantener sus servicios por el encarecimiento de su nómina y porque su puesto de trabajo era innecesario. La empresa reconocía en el mismo acto la improcedencia y le ofreció la indemnización legal que le correspondía. "Les importó muy poco que estuviera embarazada". Pero María Jesús no tiene la menor duda de que sabían su estado. Estaba de 4 meses y había experimentado un cambio físico apreciable. "Yo con mi hija puse 33 kilos y ya con dos meses tenía que usar ropa premamá porque antes era muy delgada y con cuatro meses estaba redonda, era algo evidente". De hecho, días antes, en la comida de Navidad ya se enteró el resto de la junta directiva y le dieron la enhorabuena.

"Lo que más me dolió es que llegaran al juicio y dijeran que no sabía que estaba embarazada, a mi hija no la niega nadie", dice contrariada y añade: "Que hubieran dicho otra cosa, que no trabajaba bien, cualquier cosa, pero no iba a consentir que negaran a mi hija", subraya

Después de tanto tiempo y tantas sentencias, esta mujer ya no confiaba en que la justicia la amparase. "Sinceramente, no, pensaba que no iba a salir, pero estoy contenta y orgullosa".

Casualmente, ahora que tiene que volver a este trabajo está embarazada "pero no creo que se atrevan otra vez". Tiene sentimientos encontrados. Por una parte, está contenta y "con la cabeza muy alta, porque no me tenían que haber despedido" pero se ha enterado de que tenía la entrada denegada a la empresa y teme que tomen algún tipo de represalia contra ella. "Si me han echado es porque no me quieren allí, pero es por lo que he estado luchando y no es fácil encontrar trabajo".