La céntrica y entrañable plaza de San Francisco de Badajoz emana y llena estos días la ciudad de un aire fresco y necesario con la celebración de una nueva edición de la Feria del Libro. Un evento cultural que cumple la friolera de 36 ediciones y que lejos de decaer por aquello, podría ser, del aburrimiento bien de sus organizadores, en este caso el ayuntamiento; bien del público de Badajoz, sucede todo lo contrario. El número tan importante de casetas y de librerías que acuden a esta feria lo atestigua.

Este año además acompaña el tiempo. Aunque en este tema no nos vamos a poner de acuerdo. Ya saben que nunca llueve a gusto de todos.

Pero con más o menos calor, más o menos zonas de sombra, lo cierto es que la primavera nos deja las Ferias de Libros de muchas ciudades de Extremadura cambiando las fisonomías, las rutinas y hasta el ambiente de allí donde se celebran.

Y la de Badajoz llega en el mejor momento. Inundados de informaciones sobre la asquerosa corrupción del PP de Madrid, la grave crisis que afecta a la separación de poderes de nuestro Estado de Derecho, la guerra fratricida de un partido político fundamental para la estabilidad y unidad de este país y por último el mazazo del terrorismo islamista golpeando donde sabe que más nos duele; hacía irrespirable el aire de la actualidad.

Afortunadamente estos días tenemos una vía de escape a través de la cultura. Que no hay nada más sano. Da gusto poner la radio o leer las páginas locales de los periódicos y encontrarte con escritores de primera línea invitándonos a adentramos en sus relatos. Acercarte a San Francisco y ver cómo los niños descubren que hay otras ferias además de la San Juan. Concursos literarios, exposiciones o charlas hacen las delicias de todos los que estos días necesitamos un poco de aire fresco y no sólo por el calor.