La calle san Juan fue un hormigueo de gente que subía a la alcazaba a lo largo de toda la mañana, por la noche las calles que conducen de Memoria de Menacho a la plaza Alta acogieron a una multitud para presenciar el desfile de las banderías Omeya y Marwan y la previsión era que numeroso público asistiera a la representación final de Al-mossassa-Batalyaws y los fuegos artificiales en la alcazaba.

Los actos organizados por las asociaciones Amigos de Badajoz y la Fundación de Badajoz atrajeron ayer a miles de pacenses y de visitantes que disfrutaron ajenos a la controversia existente por las malas relaciones entre los dos colectivos que han organizado el programa por separado. El año pasado la fiesta se suspendió por falta de apoyos, pero en esta edición se han implicado el ayuntamiento, la Junta y la diputación.

El rastrillo de antigüedades del casco antiguo se sumó a la fiesta y muchos vendedores iban vestidos con ropas árabes. En el palmeral de la alcazaba, el incienso ardía en los pebeteros, bailarinas en el lupanar, cuentacuentos, té caliente, dulces, alfombras mágicas, pinchos morunos y música. Entre las jaimas había una instalada por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, que ofrecía té y al mediodía se repartieron 600 raciones de garbanzos que prepararon los soldados de Bótoa. Un poco más allá, La cabra loca representaba junto al Museo Arqueológico la obra Cuenta que te cuenta la gran historia de Ibn Marwan , una particular historia del fundador de la ciudad.

Fernado Valdés, presidente de la Asociación para la Fundación de la Ciudad, comentaba que esta fiesta "ha tenido un efecto pedagógico brutal" porque hace 30 años pocos sabían quién era Ibn Marwan y hoy mucha gente lo conoce.

Por su parte, Antonio Manzano, presidente de Amigos de Badajoz, reconocía que a pesar del éxito de la fiesta, había poca gente vestida al uso, salvo los de la Falcap, por lo que sugirió que en próximas años habrá que animar la participación.