El albergue para personas sin hogar que han puesto en marcha la Hijas de la Caridad en un inmueble cedido por Cáritas en la calle Bravo Murillo recibió anoche a sus primeros usuarios. El alojamiento, que se mantendrá durante todo el invierno, ha abierto con 20 plazas, aunque si la demanda supera este número, no habrá problemas para que se amplíen, según aseguró ayer sor Ana Martínez, responsable de la comunidad y del comedor social que estas religiosas regentan en la calle Martín Cansado.

En unas dependencias de la planta baja del edificio se han dispuesto hamacas con mantas y sacos de dormir y también hay una zona con literas reservada para mujeres. Han sido cinco de las personas que utilizarán estas instalaciones las que se han encargado de limpiar y pintar las habitaciones para que estén en condiciones dignas. Las Hijas de la Caridad han contratado a un monitor para que esté de manera permanente en el albergue y hoy mismo sor Ana Martínez tenía previsto mantener una reunión con responsables de Cruz Roja para plantearles la posibilidad de que sus voluntarios se involucren en este proyecto, al menos para cubrir los días que tenga que librar el trabajador contratado. «Si hay algún voluntario, llamamos al corazón de todos», dijo.

Los usuarios del albergue se beneficiarán de los nuevos servicios que desde ayer se ofrecen en el comedor de Martín Cansado, donde ya no solo se servirá la comida, sino que a partir de ahora y durante todos los días del año, habrá desayuno, cena, ducha, lavandería y consigna. Sor Ana Martínez explicó que se han establecido unas normas para facilitar la organización. Así, las personas que lo deseen podrán acudir a la casa de las religiosas sobre las seis de la tarde, para ducharse y dejar la ropa que quieran que se les lave. Más tarde pasarán al comedor para tomar la cena y después se irán a dormir a las instalaciones de Bravo Murillo. Las puertas se volverán a abrir a las ocho de la mañana, cuando los usuarios podrán volver al comedor a desayunar. «Puede ocurrir una emergencia puntual y no nos vamos a negar, pero debe existir un orden para que esto funcione», defendió.

Las Hijas de la Caridad han puesto en marcha el albergue tras realizar una encuesta entre las personas que acuden a comer a su comedor y al de San Vicente de Paúl, en la calle San Pedro de Alcántara. Una veintena de los 105 preguntados mostró su interés por acudir al albergue, mientras que otros contestaron que recurrirían a los nuevos servicios del comedor, pero no al alojamiento. Por eso ayer se esperaba que se acercaran hasta el inmueble de Bravo Murillo en torno a 20 personas, «pero hay que respetar a quien quiera seguir en la calle, aunque nosotros vamos a tratar de captar al mayor número posible», apuntó sor Ana Martínez.

Sor Ana Martínez señaló que la puesta en marcha de estos proyectos incrementa considerablemente los gastos que deben afrontar las Hijas de la Caridad, por lo que apeló al «deber» de las administraciones públicas con esta población. En este sentido, lamentó que estén teniendo «problemas» para que la Junta les conceda la subvención anual para el comedor —unos 52.000 euros el año pasado— y ya ha solicitado una entrevista con responsables del Gobierno regional. «Badajoz tiene un corazón muy grande y está respondiendo bastante bien, pero hay que abrirles los ojos a los políticos, porque le gente tiene que ser solidaria, pero la administración no se puede cruzar de brazos».