Hay unos hombres que están hechos de una pasta especial: son los toreros. Y es que parece increíble que, cuando no han transcurrido setenta y dos horas desde que un toro de Verónica y Pedro Gutiérrez le atravesara el muslo izquierdo, Alejandro Talavante habla como si tal cosa. Pero no solo habla con naturalidad del percance, sino que ya está haciendo ejercicios de rehabilitación y lo que es más definitorio: pensando en torear. Estuvimos con el torero ayer en su casa de Badajoz, y nos atendió con la simpatía y sencillez que caracteriza a un joven de 19 años que ha llegado a la cumbre del toreo.

--¿Cómo se encuentra?

--Me encuentro muy bien. Hoy (por ayer) he empezado ya a caminar y a entrenar.

--Dentro de lo malo, a descansar en casa-

--Sí. He pasado un mes de abril bastante duro, porque me he medido en Madrid y en Sevilla, que son las dos plazas más importantes del toreo, donde me exigía mucho la gente, y se pasa bastante mal. Así que llegué a pensar que no me importaba que me cogiera un toro para descansar. Y aquí estoy, en casa, con la familia.

--¿Cómo llegó el percance?

--Quise templar mucho al toro y me dormí un poquito al llevarlo. Le di opción a que me tuviera a mano. El, en mitad del pase de pecho, se salió de la suerte y me tiró un derrote seco y muy certero.

--¿Qué se siente entonces?

--Un impacto muy grande. Sabía que me había pegado la cornada antes de caer al suelo y la verdad es que ha sido la cornada que más me ha dolido. No la más grave, pero sí la más dolorosa, porque me cogió un nervio y me dejó la pierna entumida. Pero vamos-, lo llevé bien.

--¿Cuántos días estará sin torear?

--Quiero torear el próximo lunes dos toros en lo de Cuvillo. Ya he quedado con Alvaro, el hijo del ganadero, que vamos a hacer un mano a mano: él va a torear dos vacas y yo dos toros. Después me hace mucha ilusión reaparecer en Córdoba el miércoles 23.

--Hace menos de un año solo le conocíamos los aficionados extremeños y hoy, sin embargo, es el torero que más suena, quien marca la pauta. ¿Cómo se siente?

--Me siento muy feliz. Hay veces que no tengo conciencia de lo que está pasando porque se me ha colocado a un gran nivel. Yo creo que también he dado motivo para ello. Pero todo ha sido muy rápido y está claro que he alcanzado mi sueño, que era que se hablara de mí. Me siento muy orgulloso de ser el mirlo blanco que la gente espera.

--Acerca de su evolución como torero, todos sabíamos que estaba muy dotado, que tiene valor, cabeza, una técnica impropia de un chico tan joven. Y sin embargo se le ha visto una nueva dimensión en Sevilla: el sentimiento, el torear con el alma.

--Pues sí. Todo lleva un proceso de aprendizaje. Yo creo que las grandes figuras del toreo son las que han ido evolucionando constantemente a lo largo de su carrera. Yo he estado buscando mi sitio ante el toro, tanto de novillero como en mi primera etapa de matador. En ese sitio los toros me embisten, me repiten, pero también me cogen. Una vez que se encuentra ese sitio yo he entrenado mucho en la profundidad y en torear como los grandes maestros del pasado, Camino, Ordóñez, que ves que ellos toreaban más lento y con un sabor distinto. Yo trato de vender cada muletazo como si fuera el último, y con una filosofía, y es que siempre mi pecho vaya a compás con la cara del toro.

--Así toreó a ese toro de Cuvillo en Sevilla, que quedará para el recuerdo-

--Sí, pero ese toro no hubiera llegado sin esa etapa de aprendizaje en la que logré coger ese sitio.

--¿Qué ha supuesto su apoderado Antonio Corbacho?

--Con él tengo a un hombre que me recuerda que soy mortal y que si se quiere conseguir algo, en mi caso ser figura del toreo, hay que vivir por y para ello. Me ha enseñado a tener la ambición del líder y hacer cada cosa lo mejor posible.

--¿Cómo discurre su vida normal en la sierra de Sevilla?

--Si no te mentalizas es bastante aburrido. Estás muy solo. Ese sitio me ha enseñado muchas cosas de las que yo no era capaz, avanzar en la soledad, intentar sacar lo que uno lleva dentro. Entender la dureza de estar solo y la monotonía que te empuja a entrenar. Me está sirviendo mucho para afrontar las tardes en la plaza.