Al inicio de esta columna di a conocer un hallazgo de 1977-78 en la alcazaba, aún no publicado. La titulé Valencianos y Polacos. Por esas fechas excavamos un depósito de huesos humanos: una fosa común. Todos sus elementos permitían fecharla en la Guerra de la Independencia, en un asedio a Badajoz en 1811-12. El problema arqueológico era situar el momento al que correspondían y la acción concreta.

Al principio pensé, aunque no pueda reproducir el razonamiento, que los restos pertenecían a soldados caídos junto a una batería de artillería en el asedio francés. La causa: una placa del 9º regimiento de voluntarios de Valencia que combatió aquí. Me equivoqué. De ahí surgió mi último trabajo sobre la Guerra de la Independencia en Badajoz. De ahí y de la necesidad de identificar las tropas que defendieron la plaza.

Al principio malinterpreté el escudo que adornaba el chacó de la mayoría de los esqueletos. En realidad correspondía a un regimiento alemán del principado de Hesse-Darmstadt que combatía junto al ejército francés. Ya me explico sus largos fémures.

La Arqueología requiere una meditación reposada. Publicar está bien, siempre que se tengan en la mano todos los hilos de la trama investigadora. Pero si no es así, más vale esperar, dejando clara la documentación y su depósito. Por si la Parca decide actuar. En este caso todo ha ido correctamente y la susodicha está, por ahora, por otras lares.