Hay llamadas que cambian a uno la vida en ese mismo instante, y no son precisamente esas en las que un sonriente Cantizano te anuncia desde ´Dónde estas corazón´ que acabas de ganar un coche, sino las que hacen que no vuelvas nunca más a ser la persona que habías sido hasta un segundo antes. Una voz al otro lado del auricular te pide que vayas a recoger del asfalto los pedazos de un ser querido, y el tiempo, entonces, se detiene, mientras el mundo sigue girando alrededor.

Esas horas y esos días son indescriptibles. Hay que volver a aprender a comer, dormir, caminar y respirar, pero sin cerebro ni corazón.

Esa situación es la que desgraciadamente en estos momentos viven en Badajoz seis familias, que como muchas otras, dejaron lo que más querían en la carretera, y desde hoy tendrán que empezar a digerir el amargo trago de continuar el camino sin sus seres queridos. Recomponer sus vidas después del accidente no será nada fácil, pero si posible, lo más duro es saber que la vida continúa.

Tanto dolor debería servir para algo, al menos para evitar que en este preciso instante suene el teléfono de alguien.